COLORES Y BOTAS
Descubrí “Colores y botas” , una película de la directora y productora Juliana Vicente, en el blog Le Asterisco y entendí que mi vida no era mía, que mis recuerdos estaban en un cajón, junto a los de todas las niñas negras que quisimos ser y aprendimos demasiado pronto que no siempre es posible. Sin dramas, como mucho una noche de lágrimas silenciosas recogidas por una almohada que al día siguiente estará seca y dura. La vida consiste en seguir y buscar nuevos sueños para cumplirlos o incumplirlos de nuevo.
El film cuenta la historia de Joana, una niña brasileña de familia acomodada que quiere ser una “paquita”, que eran las bailarinas que acompañaban a Xuxa, la rubísima presentadora y modelo que se puso de moda en la tele de los 80 y los 90. Practicaba a diario para poder lograr entrar a formar parte de ese ballet, apoyada por unos padres hartos de escuchar la canción de marras pero encantados de ver a su pequeña feliz.
La raza y la clase son amigas del alma en muchas partes del planeta, por eso, la protagonista de la historia creció siendo la única niña negra en un mundo de personas blancas y pensando que, por el hecho de compartir espacios reservados a unxs pocxs y recibir afectos podría ser percibida de la misma forma, pero no. Ella es “exótica”, eso le dijeron a una niña negra en el casting que hizo en Brasil, uno de los países con más población afrodescendiente del mundo. Exótico sería ver en Madrid un tiaré polinesio. Si lo viera en Tahití, en cambio, sería, simplemente, una flor. Pero qué sabré yo, si a mí también me llaman así aunque sea y suene a Alcorcón.
Este corto me sirve para reconocer la sensación de soledad que demasiadas veces nos acompaña. Solas con mucha gente. Solas porque somos diferentes. Solas porque, por todo lo anterior, nos cuesta llamar a nuestro país hogar. Solas porque nos exigimos ser excelentes para no tener que explicarnos ni pedir permiso ni perdón.
Quizá, uno de los aspectos que más me hizo pensar fue la actitud de la familia. El padre insiste en que el esfuerzo y la suerte serán suficientes para lograr que su vida sea plena, el hermano le recuerda que ni el uno ni la otra bastarán, puesto que lo que hace falta es denuncia y lucha y la madre la abraza. Y yo no sé qué es mejor, si que nos preparen para la vida, nos animen a estudiar y trabajar el doble para llegar al mismo sitio que lxs demás (lo cual implicaría confirmar que valemos la mitad) o que nos dejen que nos demos de bruces contra ella y nos volvamos tan secas y duras como la almohada que una noche nos escuchó llorar, para que nunca más duela.
Por Lucía Mbomío