LO HICIMOS. YA LO CREO QUE LO HICIMOS.
Cuando se piensa en resistencia normalmente se relaciona con la idea de una acción directa, de aguante, de defensa ante el ataque, pero también existe resistencia en la omisión, en el no hacer y en el caso que me ocupa, en el no querer vivir como el resto.
A “sensu contrario”: vivir como uno quiere. Casi nada.
Y ese fue el sentimiento que tuve cuando entré en contacto con la cultura Hip Hop.
Corrían los años 80 y donde otrxs solo vieron a un grupo de chavalxs de barrio dando vueltas sobre la cabeza, emitiendo sonidos indescriptibles con la boca o utilizando el micrófono y un ritmo para lanzar mensajes que podían atravesar paredes, las mismas que se llenaban de piezas a golpe de aerosol, yo vi todo un universo repleto de talento desbordante y una actitud ante la vida.
En aquel universo tenían cabida diferentes tipos de expresión, se alzaba la voz de forma rotunda contra todo aquello que se quisiera denunciar, la diferencia era la normalidad, la diversidad racial se respetaba al tiempo que se superaba para crear una identidad suprapersonal y la actitud de orgullo hacia uno mismo y su origen, presidía cada uno de los elementos de la cultura. Una cultura que había llegado para quedarse.
Según fui conociendo y viviendo el movimiento supe que aquel era mi sitio y quise que formara parte de mi vida. Y vivir de ello, ¿por qué no?
Pero nadie dijo que iba a ser fácil, como todo lo que merece la pena. Cuando te mueve la pasión y la creencia en lo que haces, eres poseedor de una energía que al mismo tiempo que te hace subir montañas, te nubla la visión de los posibles obstáculos, dificultades y problemas, en ocasiones gigantescos, a los que te vas a enfrentar.
Y así fue. Con ese ánimo me uní a dos mujeres extraordinarias y a su vez, en diferentes momentos, nos acompañaron personas estupendas para dar comienzo a una época intensa, dura y maravillosa, en la que la lucha fue una constante para lograr el objetivo perseguido: profesionalizar el movimiento Hip Hop y en nuestro caso, el rap en español.
Pero el panorama que se abría ante nuestros ojos era el siguiente:
Éramos tres mujeres solas en un mundo de hombres, en un movimiento dominado por hombres, con escasa presencia femenina a nivel artístico y ninguna a nivel empresarial y por ende, pretendíamos plasmar nuestra femineidad huyendo de la masculinización omnipresente, en un espacio en que la testosterona se pesaba en toneladas.
Éramos mujeres emprendedoras, en una época en la que ni siquiera se había acuñado este concepto y lo fuimos sin ningún tipo de ayuda, subvención, aportación o inversión, pública o privada y habida cuenta de que los medios de producción analógicos tenían unos costes elevadísimos, suponía que no partíamos de cero, sino de un saldo en negativo.
Éramos mujeres apasionadas por lo que hacíamos y pretendíamos conseguir que el rap en español ocupara el sitio que se le negaba y le correspondía, por su fondo, su forma, su originalidad y su creatividad y para ello, teníamos enfrente a la obtusa industria musical española de los años 90, donde las grandes multinacionales tenían el monopolio del mercado y de los medios para acceder a los canales de promoción que, por aquellos entonces, se limitaban prácticamente a la radio y la prensa escrita.
No existían plataformas digitales, redes sociales o profesionales, ni mecanismos de autopromoción alternativos, solo existía un mercado y había que “partirse la cara” para hacerse un hueco.
Y todas estas circunstancias se encuadraban en el marco de una España a la que no había llegado aún el fenómeno migratorio y la presencia afrodescendiente era muy puntual, con lo que, si las personas racializadas eran consideradas “rara avis” para muchos, tocaba conseguir no solo que se tratara con respeto a los artistas y no se recurriera a la chanza del estereotipo del rapero, sino también que no se definiera el género de modo despectivo como “cosas de negros”, entre otras.
Y con este escenario y mientras se faenaba, también tocó aguantar los embistes.
La lucha, el sacrificio y el trabajo duro, por supuesto unido al talento artístico, iban dando sus frutos y el rap en español, así como el movimiento Hip Hop con todos sus elementos, cada vez tenían más repercusión: el público lo reclamaba, las salas se llenaban y la crítica se rendía a la evidencia
Muchxs de los que no se dignaban a prestarnos ni cinco minutos de su tiempo ni a realizar una mínima reseña en una revista, empezaron a mostrar atención que aunque interesada, era necesaria, así que tocó dialogar con interlocutores que no agradaban pero nuestro ánimo era empresarial no de voluntariado.
Y también se empezaron a fijar en nosotrxs, aquellxs que no tenían tan “elevados propósitos”, algunxs “oligarcas” no solo de la industria musical, sino de la actividad empresarial en general, que no aceptaban entonces, ni creo que tampoco lo hagan ahora, que las mujeres ocuparan un sitio acotado reservado para “los de siempre” y mucho menos, aquellas tres mujeres acompañadas de aquellxs chavalxs que hacían aquellas cosas de negrxs.
Pero peleamos, resistimos y lo hicimos. Ya lo creo que lo hicimos.
Hicimos que la cultura Hip Hop explotara y llegara a ciudades, barrios y parques, a los “walkman” y reproductores de cd, a los carteles de los festivales de música habituales y al circuito de salas de conciertos.
Organizamos los primeros festivales exclusivamente dedicados a la cultura con carteles íntegros de grupos de rap en español y con cabezas de cartel internacionales que ni en sueños hubiéramos pensado que podríamos ver, estrenamos el primer musical Hip hop en teatros de reconocido prestigio y hasta logramos que las escaleras de la Biblioteca Nacional se vistieran de gala para acoger a raperxs adaptando clásicos de la literatura española, en presencia de las autoridades nacionales. Surgieron revistas, medios, programas y hasta galardones especializados y lxs raperxs formaban parte de las candidaturas a premios musicales, mirando de frente a artistas consagrados de estilos musicales afianzados, como el Pop o el Rock.
Y Zona Bruta, nuestro proyecto, nuestro sello, nuestra forma de hacer y proceder, se convirtió en el referente del rap en español, no solo para la cultura Hip Hop, sino para toda la industria, dentro y fuera de nuestras fronteras; en el año 2006, diez años después de su nacimiento, el sello tenía en cartera a los buques insignias del rap en español, nuestro catálogo estaba formado por mas de ochenta referencias y se habían formalizado contratos de colaboración con multinacionales de reconocido prestigio.
Aquello ya no lo paraba ni el ejército.
Pero como dice la sabiduría popular, “el clavo que sobresale es el que recibe el martillazo”, ya que aunque llegar es difícil, mantenerse lo es aún más, había que seguir trabajando y por descontado seguir luchando.
Que nadie crea que alcanzar los objetivos que uno se plantea, solo trae días de vino y rosas y hace desaparecer obstáculos y problemas por arte de magia, porque a veces es todo lo contrario; pero para aquellas dos mujeres extraordinarias y para quien escribe estás líneas, la lucha ya era nuestra seña de identidad y así seguimos afrontando adversidades y recorriendo los diversos caminos que nos tocó emprender.
Por eso, cuando ahora contemplo las dimensiones que han alcanzado algunos grupos de rap en español o cómo se ha esparcido la cultura Hip Hop más allá de su génesis ortodoxa y tasada, no me sitúo junto a las voces discordantes que dicen que tanto el rap como el movimiento Hip Hop han perdido autenticidad. Voy más allá y me quedo observando cómo aquel universo que descubrí un día, por el que nadie apostaba nada y muchos tildaban de “freak” ha llegado mucho más lejos de lo que hubiéramos podido imaginar, con todo lo bueno y lo malo que conlleva.
Saber que ya hay nuevas generaciones que se han criado escuchando solo rap en español, reconocer una canción que nosotras editamos en una publicidad o un programa de televisión o simplemente que suene rap en español en el hilo musical de un centro comercial, me hace sonreír y acordarme de aquellas mujeres extraordinarias, aquellxs chavalxs, aquellas cosas de negrxs y todo el camino que recorrimos
Recuerdo cómo luchamos y resistimos por aquello en lo que creíamos, cómo vivimos como quisimos.
"Lo hicimos. Ya lo creo que lo hicimos."
Por Ana Bibang