“SOY NEGRA POR DENTRO”
Esta es la frase que lxs compañerxs del Afrodiccionario quieren trabajar ahora, debatirla e invitarnos a repensar el lenguaje como la mazmorra que nos encierra y nos limita.
Francamente, me resulta todo un acierto, es buenísima porque es de uso común y no parece tener las connotaciones negativas que se asocia a otras del tipo "merienda de negros" debido a que, en principio, suele usarse como una especie de halago hacia la negritud. Sin embargo y siento aguar fiestas, sigue siendo racista. Yéndonos a lo más literal asume que por dentro somos distintos, cosa que no es real y contraviene esa otra frase topicazo, buenista y "we are the world" de "todes somos iguales". Sí ya, todes tenemos corazón, pulmones y cerebro, de lo contrario, no seguiríamos con vida, pero cuando salimos a la calle, el trato no siempre es igual. No, no lo es.
La expresión de marras sí reconoce que somos diferentes pero… por dentro y por grupos. Unos son así y otros son asá y yo, aunque sea así, me pido ser asá porque me gusta más cómo son elles. Eso es racista debido a que aduce a la negritud una manera de ser, unos gustos, unas señas de identidad propias asumiendo, de esta forma, que una joven de Dakar piensa y siente igual que una anciana afrocolombiana de Quibdó, que una niña negra de Alaska o que una mujer afrovalenciana. Y yo sí soy de las que creo (y he tenido la suerte de ver) que hay elementos de las culturas africanas (así, en plural) que se han mantenido como un ejercicio de resistencia valiente, siglos después de los secuestros que se llevaron a cabo en África para trasladar a seres humanos desorientados a la fuerza a otro continente. La gastronomía, algunos ritmos musicales, incluso, cierta cosmogonía son la prueba de ello, pero de ahí a considerarnos réplicas hay un trecho enorme. ¿Hay algo más reduccionista que eso? ¿Más racista o cosificador? Si las personas que dicen que son negras por dentro lo fueran de verdad, serían conscientes de algo tan obvio como que no existe une negre estándar. Es más, también tendrían claro que no todes sabemos bailar, ni a todes nos gusta el pollo, ni todes cantamos bien gospel en iglesias fantásticas llenas de mujeres negras con pamela lila y hombres negros que sostienen biblias entre las manos, ni jugamos al baloncesto como Jordan, ni nos gusta el rap ni... nada de lo que alguien que cree que es normal decir esa frase piensa. Y explicar esto me da vergüenza porque es tan simplón como pensar que existe un alma blanca que... ¿cómo sería? ¿Qué le podríamos aducir a las personas blancas? Pues… ¿saben qué? que no lo sé y eso se debe a que la construcción del discurso hegemónico parte del Norte (político), incluso las designaciones, también exógenas, producto de un sistema de castas racista que se implantó en Abya Yala y que nos dividen entre negrxs y menos negrxs o indígenas y menos indígenas donde raza y clase iban/van de la mano (así que, por favor, hagan el favor de no decir más aquello de "no es racismo, es clasismo" porque ambos existen juntos e indivisibles y por separado) y, por ende, también, la aceptación/éxito social.
Hace no mucho leí el fantástico texto de Desirée Bela- Lobedde en el que hablaba de lo divertido que para algunas personas blancas era ser negre, como si se tratara de un disfraz que te quitas y te pones para tus fotos divinas de instagram o para ir a rumbear. En su artículo hablaba de la gente que, de piel hacia fuera, emula ser negrx trenzándose o bronceándose, librándose, en cambio, de las losas que nos lanzan nada más nacer, ésas que depositan toneladas de kilos sobre nuestros hombros que, a veces, nos dificultan poder avanzar, ésas que provocan que dejemos de tener sueños porque pensamos que jamás los cumpliremos, ésas que nos restan autoestima por no entrar en el canon del grueso de la sociedad, ésas que a quien dice que es negrx por dentro no le pesan. Sí, ésas.