8 de Marzo, Día de ¿las mujeres?
Han pasado algo más de dos meses desde el 8 de Marzo y la convocatoria de la Huelga Feminista o Huelga de Mujeres, según preguntes. Esta convocatoria pretendía llamar a todas las mujeres a parar en sus puestos de trabajos, independientemente de si era dentro o fuera del hogar, en el consumo, en los cuidados y en los estudios. Esta convocatoria pretendía unir a todas las mujeres, pero y digo pero porque no sé si mantuvo la idea del feminismo blanco de que todas las mujeres pasamos por la misma realidad sin tener en cuenta la sexualidad, la raza o la clase, entre otras cosas, o que les da igual y tan sólo velan por sus intereses.
Antes de nada hay que tener en cuenta que esta “obra” ha constado de tres actos: preparación de la huelga, la huelga misma y lo que pasó después.
La huelga se llevaba preparando desde octubre de 2017. Se creó un comité de huelga con diversas organizaciones feministas juveniles, anticapitalistas, estudiantiles, obreras, alguna que otra transfeminista y pocas racializadas. ¿Y esto como se reflejó en la convocatoria? En una mujer afro en la iconografía agarrada con otras dos mujeres.
De primeras me sorprendió gratamente ver como incluían a mujeres negras en la iconografía, pero al leer el manifiesto pude comprobar como sólo se hizo un pequeña mención a la cuestión migrante, diciendo que ninguna mujer es ilegal. ¿Pero y la denuncia de los abusos económicos, físicos y sexuales que sufrimos, teniendo que trabajar en los campos o encargándonos de cuidar a familias blancas a cambio de una miseria? No se denunció en ningún lado, tan sólo se pidió que colgáramos un delantal para mostrar nuestro apoyo, aunque no hiciéramos huelga porque nuestras condiciones materiales nos lo impedían.
Todo esto sumado al hecho de que en comités de huelga se pusieran trabas a compañeras y organizaciones feministas racializadas y/o migrantes para participar en la organización y negándoles su propia voz, siendo al final la negra puesta en la mesa.
Cuando algunas compañeras negras decidieron no secundar esta convocatoria, al no estar representadas y ser utilizadas por el feminismo blanco-que se llama así mismo interseccional. Saltó la polémica y se les acusó de dividir el movimiento feminista y debilitarlo a pesar de que su postura estuviera ampliamente argumentada. Cuando otras compañeras y hermanas decidieron secundar la convocatoria, formando bloques no mixtos raciales, o con una tabla reivindicativa de feminismos no blancos e interseccionales, ¿qué pasó? Se les acusó de dividir el movimiento feminista y tratar de debilitarlo a pesar de que su postura estuviera clara y abiertamente motivada. Esto acabó siendo muy problemático dado que la cuestión de la interseccionalidad ya lo había puesto sobre la mesa el feminismo negro (aunque a algunas se les olvida que fueron las negras y no el feminismo per sé) en los años 70. El debate sobre lo poco inclusivo que es el feminismo viene de antes y se lleva dando desde entonces hasta nuestro días.
Es bastante triste ver como se nos exige, por un lado, eliminar una lucha que también es nuestra y eliminar nuestras contradicciones, o por otro lado, instrumentalizar nuestro dolor y sufrimiento (nuestros apellidos como diría una hermana) en su beneficio,sin vernos como sus compañeras ni sus iguales.
Todo esto se comentó antes de la huelga y durante la misma, aunque luego la autocrítica que hizo el movimiento feminista fue prácticamente nula. Como ejemplos tenemos los casos de Gabriel, Mame Mbaye y la sentencia de la Manada. En el primer caso, apenas se partió una lanza en defensa de las mujeres negras ante los ataques que estaban sufriendo dado que la culpabilidad de la presunta asesina (cosa que los medios parece que olvidaron poner cuando en el caso de ser un hombre blanco lo hubieran puesto hasta tres veces seguidas) se ligó al hecho de que fuera una mujer negra, faltando esa sororidad que tanto nos exigen.
En el caso de Mame Mbaye, sólo puedo decir, ¿dónde estaban las aliadas?
El último caso, por todxs conocido, fue el de la sentencia de La Manada cuando se dijo que si alguno de los miembros y violadores hubiera sido racializado, se hubiera pedido la cabeza y no se hubiese negado su culpabilidad. ¿Reacción? Acusaciones de exageradxs y de hablar de racismo cuando “no tocaba”, así como de no apoyar a la víctima como si no nos hubiésemos movido en las distintas manifestaciones en repulsa de la justicia patriarcal.
¿Cuándo el movimiento feminista incorporará de manera real y profunda el antirracismo a su concepción de interseccionalidad? ¿Cuándo las feministas blancas dejarán de oírnos y empezarán a escucharnos? ¿Cuándo dejarán de culparnos de dividir “su” movimiento por negarnos a eliminar parte de nuestra identidad para asumir una agenda que nos representa en parte?
Por Iliassou Olalla Benjumea