Expresión de latinidad en la península ibérica
Debo dejar claro que solamente puedo hablar de experiencias que son mías propias,de lecturas y vídeos que he visto. Apenas estuve viviendo en España unos meses, pero desde mi primer día en aquel país, noté una gran diferencia en la forma en que fui tratada.
En España, no se habla mucho sobre el concepto de la raza. Aunque se practica fuertemente el racismo, se considera algo casi imposible en una sociedad que trata el concepto de “raza” como tabú, dejándolo así entre comillas, o nombrándolo etnia, grupo étnico, minoría visible, y otros términos que van con cuidado alrededor del tema.
Otro tema importante a discutir es la alteridad, o la otredad. Es otra experiencia que algunas personas negras comparten. Ser persona negra y vivir en un país que está compuesto mayormente de personas blancas es normalmente la causa de esto. Algunas negras españolas sufren esto en España porque, a pesar del tiempo que lleven viviendo en España, siempre son consideradas extranjeras en su propia tierra. En Negra española, negra extranjera, hay una cita que dice: “Lo que me duele es que en cualquier otro país piensan que puedo ser de allí; en todos, menos en el mío”. La alteridad trabaja en destruir el sentido de hogar que uno debe tener en su tierra y, desgraciadamente, esto suele afectar a comunidades de personas negrxs. Como ya nos consideran una “minoría” en varias partes del mundo, es fácil excluirnos de todos los lugares hasta los que nos pertenecen también a nosotros.
Otredad y su función en la comunidad afrolatina
En varias ocasiones de mi vida, me he dado cuenta de la gran diferencia que existe entre el ser latina y el ser afrolatina. Desde pequeñita, he sido la negrita mientras a los demás en mi familia se les llamaba por sus nombres. A mí me acostumbraron a responder a nombres como negrita-come-coco y cocolín. Cocolín es un apodo que me dio mi tía cuando yo era una niña. Este nombre, tan cariñoso como ella cree, viene de la palabra cocolo/a que se define coloquialmente en la República Dominicana y en Puerto Rico como “afrodescendiente no hispano, o personas de piel más oscura en general; históricamente utilizado en República Dominicana para referirse a los inmigrantes del Caribe anglófonos y sus descendientes y, más raramente, a los del Caribe francófono”. Pues, esa soy yo. En mi propia familia, soy “otra” aunque me quieren y me adoran como me han enseñado tras los años. Es un concepto difícil de entender ahora como adulta ya acostumbrada a ello. Además, otra definición de este término tan amoroso que me han pegado es “que tiene características de un cocolo, especialmente en su forma de vestir, sin serlo”. Esta palabra es solamente un ejemplo de varias en las que latinos mismos se separan tras nada más que características físicas.
Soy dominicana y fui criada por mi madre dominicana. Hay varios estereotipos anti-negrx que me enseñaba mi familia, ignorando el hecho de que yo misma soy negra. En la República Dominicana hay diferentes estereotipos contra los haitianos y otras personas negrxs. Por ejemplo, se cree que los haitianos van a la República Dominicana para quitarle el trabajo a los dominicanos. Se piensa que los haitianos son sucios y que son analfabetos. También es común que se piense que todxs lxs negrxs en la República Dominicana son haitianxs. No obstante, esto no es particular solo de la antigua isla española. En la misma península ibérica además de que no se crean conversaciones formales alrededor de la raza, existen numerosos estereotipos contra personas racializadas. En una charla que dio Lucía Mbomío, ella contaba algunas de sus experiencias en España desde su perspectiva como mujer negra. Ella dice que siempre anda con un libro en la mano porque muchas veces en las calles de Madrid un hombre le pasa por al lado y le pregunta cuánto cobra. Cuento esto, no para menospreciar a trabajadorxs sexuales, si no para arrojar luz sobre el hecho de que se piensa que las mujeres negras nada más somos eso. Nada más estamos aquí para ofrecer sexo y, además, siempre estamos dispuestas. Somos sexualizadas a diario y punto. Lamentablemente, estereotipos como éste son casi universales y aunque no discuto la perspectiva de hombres negros o personas no binarias negrxs, ellxs también sufren los estereotipos.
Cuando yo estaba en bachillerato, hubo muchas instancias en las cuales tuve que elegir si era negra o si era latina. Siempre sentía que tenía que definirme como una u otra, nunca las dos a la vez. No fue hasta que llegué a la universidad que empecé a tener discusiones alrededor de las intersecciones que pueden existir en las identidades de uno. En bachillerato luché mucho con esa idea de no ser lo “suficiente” negra para compartir con las chicas negras. Experimenté mucho rechazo de esa parte, y, en fin, compartí más de mi tiempo con las chicas latinas, ya que estudiaba en una escuela católica de solamente chicas. Sin embargo, cuando llegué a la universidad, me encontré con más estudiantes negrxs que me aceptaban como tal y pude aprender mucho más de esa parte de mi cultura. Tuve la suerte de conocer a personas que estaban dispuestas a ayudarme con la aventura que es encontrarme a mí misma, pero queda mucho trabajo que hacer a nivel mundial para hallar el equilibrio de ser una persona afrolatinx o cualquier persona que batalla a diario con intersecciones en su identidad.
Por “Nico, la Negrita,”