Lx negrx invisible
Texto por:Lizette Lin
Es la misma situación en la que nos encontramos las personas negrxs y marrones actualmente. Somos las cuidadoras y limpiadoras. Somos las que vamos por una paga menor que lo que establece la ley, en condiciones laborales infrahumanas, regulares e irregulares, con educación universitaria y sin educación universitaria. Porque hay diferencias de contratación y jerarquías en la existencia y valor de algunos cuerpos.
Junto a Milagros, una mujer Dominicana, limpio una habitación de hotel a toda prisa, ella me cuenta cómo la gente evita sentarse al lado suyo en el autobús, yo le cuento de los nueve años que lleva mi prima Sandra, en Madrid, ahorrando para poder estar con sus dos hijos, para tener un piso y la vida medianamente digna que esperaría tener cualquier persona. Sandra, al igual que Milagros y yo, salimos de nuestra pequeña islita con el sueño de tener un mueble en el cual sentarnos y una mesa en la que pudiésemos comer tranquilas. Pero ellas, al igual que yo, aunque a diferentes edades y en momentos vitales distintos, salimos del aeropuerto de Barajas y nos dimos cuenta de que: lo que aquí en España se llama pobreza no se compara ni un ápice a lo que a 7090 kilómetros configura nuestra realidad. A la salida de la labor diaria fuimos con rapidez al pronunciamiento de las kelly 's, frente a la filmoteca, antes de que la pandemia azotara a la sociedad. Allí, mujeres en situación irregular junto al sindicato Otras ponían el cuerpo, yo aún no era consciente de la verdadera carencia, de los tres trabajos, de escribir un texto de 30 páginas de un proyecto para que doctores en artes lo leyeran, mientras cambiaba sábanas y fregaba pisos. Pero lo hacía con el mismo ánimo que muchas otras, porque de pequeña sabía que al negrx - casi siempre - eso es lo que nos toca. A las personas negras siempre nos toca así, yo no soy especial y no quiero serlo, sin embargo, a más de 60 años de los primeros movimientos sociales, donde luchamos mujeres que se veían como Milagros, Sandra, Fatima, Marina, Julissa, Rossanna, aún seguimos siendo las otras.
Para nadie es un secreto nuestra realidad, porque nos miran cuando entramos en sus espacios: somos ese factor matemático que no pertenece en la ecuación pero que es necesario porque los trabajos no se hacen solos. Y cuando hablamos de trabajos, me refiero a todos los trabajos porque el trabajo sexual tambien es trabajo, y a más de una nos tocó, mujeres CIS y Trans, porque la pigmentocracia rige la lectura de curriculums y nos descarta, y morirse de hambre no es opcion, y vivir con lo que es medianamente digno tampoco. Entonces alli nos encontramos todas y todes, en las aristas de la intersección, de ser negra o marron y trans, lesbiana, bisexual, cuir. Allí estamos abrazándonos unas a otras, cuidándonos unas a otras, buscándonos trabajos, rascándonos la espalda; con una pancarta en la marcha, llorando juntas cuando una falta, cuando una no vuelve. Pero los medios medianamente publican las historias de esas, de nosotras, a duras penas condenan a seis años a un hombre blanco que abusó sexualmente de una mujer sin hogar, pobre, negra y sola.
Camina unx compañerx negrx por la Plaza Real, en una noche como las demás, después de una fiesta como las demás, sin recordar que elle es otrx. Le pega en la cara la brisa fría de la primavera, ríe con su amigx, escucha silbidos a lo lejos pero los ignora y camina hasta que el dueño del sonido les confronta, con violencia, lx empuja, le clava un lapicero en el ojo y le deja tuertx. Porque puede, porque cree que lxs negrxs somos invisibles. No lo cree, no lo sospecha, lo sabe, sabe de la pigmentocracia sin necesidad de leer sobre ella. Sabe que en el parque del retiro hay cuerpos que valen menos, sabe que el racismo no se condena y que a puertas cerradas y abiertas la ultra-derecha lo aplaude y lo protege. Sabe que mi compañerx es un negrx invisible. Y mi compañerx, en su inocencia, después de la agresión, como en otras veces, saca fuerza porque nació en esta tierra y confía en la ley. Saca fuerza pero los juzgados - y los jueces -, se desvinculan del caso y su agresor sale libre 24 horas después del ataque, reafirmando que la melanina te hace invisible. Mi otrx amigx le consuela, llora con ellx, tiembla con ellx, trata de caminar con ellx las calles que, a pesar de que el 16 de Julio de 1980 se derogara la ley de peligrosidad social, aún no hay legislación. La ley ni a lxs blancxs maricas protege, ahora, menos a lxs negrx o a lxs marrones. Además que la ley de extranjería nos coloca en el eslabón más bajo de la sociedad a la hora de tener acceso a los servicios básicos.
El orden racista hace que la melanina nos empobrezca y despoje de derechos y de poder vivir dignamente. En este país - y en todos los territorios donde nos infectaron con el colonialismo y la trata de seres humanos - no nos regalaron un idioma, nos lo impusieron y con ello el género. No nos dieron educación, oprimieron nuestras costumbres con el cáncer de las iglesias y las creencias impuestas. La imposibilidad de regularizarnos prolonga la violencia y el despojo histórico, que inició con el secuestro masivo de personas y el trabajo forzado que fue la esclavización y que legitimó - y continúa legitimando - al racismo. Sabemos que es posible - como la regularización masiva de refugiadxs de la actual guerra de Ucrania lo ha demostrado - que todxs podamos regularizarnos-, es decir, que todxs tengamos la posibilidad de ser consideradxs humanxs con los mínimos derechos necesarios para vivir, y, para poder vivir dignamente.
Entonces pregunto hoy: