“Mi objetivo es llevar las luchas de la calle al parlamento”

En la imagen la candidata como número 2 por la CUP en LLeida.

En la imagen la candidata como número 2 por la CUP en LLeida.

Por Lucía Mbomío

Nogay Ndiaye Mir es docente mucho antes de trabajar en un centro educativo, lo fue antes, incluso, de acabar la carrera de filología inglesa. La vocación de transmitir conocimientos la tenía desde niña, igual que las ganas de luchar y transformar la realidad que vivía… y que sufría.  Esa es la razón por la cual lleva décadas “luchando contra Goliat”, como ella misma afirma, no solo por lo que le ha tocado padecer sino porque tiene claro que debe hacerse justicia en términos generales. Eso incluye, por supuesto, a las personas que se ven privadas de derechos por estar en situación irregular administrativa. 

Es probable que mucha gente la recuerde tras haberla visto el verano pasado en televisión denunciando que lxs trabajadorxs del campo migrantes estuvieran durmiendo en las calles de Lleida. Mientras que desde el Gobierno nos instaban a ponernos mascarillas y lavarnos las manos como forma de protegernos contra la COVID-19, quienes se dejaban la piel en las huertas, para que pudiéramos llenar nuestras neveras, no tenían siquiera acceso a un lavabo. 

Nogay no temió decir alto y claro, en un montón de programas, que no es normal que a las personas no se les trate como tal. La pena es tener que explicar semejante obviedad. 

Tras años de activismo de calle, ha entrado a formar parte de la CUP, Candidatura d'Unitat Popular / Candidatura de Unidad Popular,  y es la número dos de su partido por Lleida para concurrir a las elecciones catalanas que tendrán lugar este domingo día 14 y que podrían convertirla en diputada del Parlament. 

 

Estudiaste filología inglesa y decidiste dedicarte a la enseñanza, ¿por qué? ¿qué te atraía de ese mundo?

Pues la verdad es que la docencia me ha llamado mucho la atención desde pequeña. Siempre he tenido claro que quería dedicarme a ella o a alguna carrera del ámbito social. Estudié en una escuela hiper segregada (lo que vendría a ser una escuela gueto de manual) en la que enseguida me detectaron altas capacidades y, sin embargo, estaba en un aula con una profesora de refuerzo para atender la diversidad y ayudar al alumnado que apenas sabía leer y escribir por su tardía escolarización y tasa de absentismo. Así que 10 o 15 minutos después de empezar la clase yo ya había terminado las fichas que íbamos a trabajar durante la siguiente hora y para evitar que me aburriera excesivamente me mandaban al aula de los niños de P3 y P4 a ayudarles y enseñarles, me había convertido en una especie de ayudante de la señorita Gloria Pilar. Creo que allí empezó todo. 

Con el paso de los años, la respuesta sobre a qué me quiero dedicar seguía siendo la misma, aunque el abanico de opciones se fue ampliando un poco (pero casi siempre carreras relacionadas con el trato con las personas y la docencia) pasé de pensar únicamente en la docencia a plantearme el derecho e  incluso el trabajo social. Tanto es así, que en mi solicitud de acceso a la universidad, después de la selectividad, escogí esas 3 carreras poniendo en primer lugar filología, en segundo, educación social y en el tercero, derecho (si no recuerdo mal). Y pensé, que o la suerte o el destino decidieran por mí dado que en cualquiera de las 3 estaría contenta. 

¿Cómo recuerdas tus primeros días en las aulas como profe? 

Ufff… esa suele ser una pregunta recurrente. La verdad es que fue agradable a la par que extraña y un poco enervante. Te cuento, la parte positiva es que no era novata del todo. Mi primer día como docente oficial de la Generalitat fue un 20 de noviembre y recuerdo que me llamaron de listas (la bolsa de sustituciones) para otorgarme la sustitución, mientras yo aún estaba terminando mis últimas horas de prácticas del máster de formación de profesorado, que estaba realizando en un instituto. Antes de eso, ya había realizado las prácticas de la carrera en otro instituto y previamente, había empezado a trabajar dando clases particulares y en diferentes academias a la vez, jejeje.

Pero volviendo al día agradable, extraño y enervante, he de decir que mi primera sustitución fue en una escuela de adultos y al presentarme allí el primer día, el conserje dio por hecho que era una alumna y su pregunta antes de darme los buenos días fue: “¿vienes a aprender castellano o catalán?” (de ahí lo de “enervante”) a lo que después de respirar profundamente respondí: “vengo a impartir las clases de castellano, catalán e inglés, soy la profesora sustituta”. Todavía con cara de asombro, pues era la primera vez en su vida que había visto una profesora negra, me dijo “aaiix, disculpa, ahora llamo al director, la sala de profesores está justo allí”. El resto fue bastante agradable en cuanto al trato de compañeros/as y alumnado se refiere, pero a la vez extraño porque nadie podía disimular su cara de asombro a mi paso (¡¡¡una profesora negra!!!)

¿A qué le temías y qué te emocionaba especialmente?

Pues temer, temer no le temo a casi nada en este mundo, pero sí que estaba un poco preocupada por la reacción de la gente. Las caras de sorpresa, de alucine, de haber roto un esquema mental que hace muchos años se habían construido. Es lo que más pereza me da cada vez que empiezo en una escuela nueva. La ilusión y las ganas del primer día siempre están, pero a menudo se empañan un poco al ver la reacción de la gente. Supongo que tuviste que pasar por situaciones muy parecidas en tu profesión. 

Me temo que en casi todas sucede… 

¿Dirías que tu asignatura te permite contar las cosas de otra forma, introducir contenidos no solo blancos? ¿cómo y qué? ¿Consideras, no obstante, que podría hacerse también desde otras materias?

¡Por supuesto! de hecho, creo que es una de las asignaturas que “más libertad” de contenidos te permite. Es decir, se enseña y se aprende inglés pero el inglés no se aprende memorizando gramática todo el día. Se leen textos, se trabajan temas diversos, se usan nuevas tecnologías, etc… Toda esta combinación de elementos te permite elaborar unidades didácticas muy diversas y enriquecedoras siguiendo el currículo, pero sumando todos aquellos temas que consideras relevantes para el alumnado. Pongo algunos ejemplos: si trabajas las descripciones no hace falta que utilices a personajes random de internet o una foto de Brad Pitt, puedes usar a Martin Luther King y aprovechar para ver cuánto saben sobre él e introducirlo en la unidad. Puedes trabajar los poemas, el discurso o los speeches en público utilizando por ejemplo el texto de Amanda Gorman “The Hill we Climb” y, a la vez, crear debates en clase y practicar el speaking (la oralidad) hablando sobre el tema de la discriminación y las desigualdades sociales.  

¿Cuánto de transformador resulta eso para el alumnado, ya sea blanco o no?

Si hablamos de que yo sea negra, resulta no solo transformador sino que es rompedor, rompe esquemas, derrumba idearios colectivos sobre la posición que las personas negras ocupamos en esta sociedad.  Si nos referimos a impartir contenidos sobre la nueva realidad que nos rodea, creo que no solo es transformador sino educativo, les alimenta de valores, nuevas perspectivas, conocimientos y espíritu crítico, lo que llamaríamos en inglés Food for thought. 

Qué importantes son los referentes, ¿verdad?

¡Uuuufff no sabes tú cuánto (bueno sí, si lo sabes)! Son una pieza esencial en el desarrollo de nuestras identidades y aspiraciones/proyecciones de futuro. El hecho de que las personas racializadas solo vean referentes en el sector servicios, en trabajos precarios y poco cualificados o en los márgenes de la sociedad les hace creer que eso es lo habitual, que tenemos un límite, que no se puede ir más allá y hace que muchxs se conformen con lo que les dicen que deben hacer o con las limitadas posibilidades que les ponen delante. Ver periodistas no blancas delante de las cámaras, firmando artículos en revistas y periódicos, ver abogadas, modelos, artistas, docentes (y, si todo va bien, también parlamentarias) no blancas es un subidón de adrenalina, un empujón hacia sus metas, sus sueños, es decirles sin decírselo: “Tú puedes ser lo que quieras, llegar a donde quieras”. 

Pero también que sepamos que existen y que difundamos su existencia.

¡Exacto! esa es la última pieza del puzle, es lo que nos queda por acabar de encajar. De qué nos sirven que estén ahí, si nadie sabe que están ahí. La visibilización es clave.

¿Cómo fue tu experiencia como estudiante y qué sientes que ha cambiado desde entonces?

Bueno, la verdad es que aunque la realidad es muy distinta a cuando yo era pequeña y ahora las escuelas son muy diversas (las públicas más que nada), he pasado de ser la única alumna negra en un centro educativo, a ser la única profesora negra, así que las sensaciones a veces son bastante parecidas a cuando era niña. Tengo la sensación de tener que ir siempre abriendo puertas y rompiendo barreras para ponérselo más fácil a las que vienen detrás. Pero a veces te sientes sola en esta tarea y derribar muros puede acabar siendo algo pesado.

El haber sido la primera alumna negra en las escuelas a las que acudí (aunque tuve la suerte que en todos los centros 1 o 2 años más tarde llegó lx siguiente) me ha dejado cicatrices, cicatrices invisibles. La mayoría ya están curadas, pero todavía las recuerdo y sé que están ahí. Me convertí en un objetivo fácil, la diana a la que lanzar toda la basura racista tanto en la escuela de primaria y el instituto como en los campamentos de verano y otras actividades. Por suerte o por desgracia, mi padre marcó el punto de inflexión. Determinó el fin del bullying y el momento a partir del cual no me volvería a dejar pisotear. Simplemente, con una amenaza, consiguió que me irguiera y reclamara mi lugar y exigiera el respeto que merecía. Aunque lo hice a golpes (literalmente me dediqué a callar todas las voces de odio y racismo a hostias), en pocos años conseguí convertirme en una adolescente “normal”. Mis semejantes empezaron o bien a amarme o a temerme, pero eso hizo que muchxs (la mayoría) se dedicaran a hacer algo que hasta entonces no se habían preocupado en hacer: conocerme.  

Pero además de tu labor en las aulas eres activista en Lleida y yo te recuerdo perfectamente por la denuncia que hiciste, hacia el mes de junio del pasado año, por la situación de lxs trabajadorxs africanxs que se encontraban en las tierras de Lleida en plena pandemia, ¿podrías contarnos cómo eran las cosas, entonces?

Uuuffff fue un contexto complicado. Toda la población nos encontrábamos confinados desde el mes de marzo, la mayoría de las fronteras estaban cerradas y casi todos los sectores económicos estaban parados. En las tierras de Lleida se acercaba la temporada de la recogida de la fruta dulce (fruta característica del territorio) y el sector temía que la mano de obra que normalmente viene del extranjero este año no pudiera llegar. Así que hicieron un llamamiento masivo de mano de obra al que miles de personas respondieron. El problema es que ellos hicieron un llamamiento a brazos para trabajar y llegaron personas, personas a las que había que alojar. Ellos solo querían preocuparse de la contratación y de recoger su fruta, pero no de lo que pasara con esas personas después de la jornada laboral (cuando me refiero a ellos, me refiero a los del llamamiento y, afortunadamente, no a todo el sector). Ese llamamiento también atrajo a personas sin permiso de residencia (puesto que la primera insinuación fue que se instaría al gobierno a su regularización) que no podían trabajar y no disponían de ningún recurso habitacional debido a que en Lleida no disponemos de albergue ni alternativas habitacionales públicas, lo que desembocó en que centenares de personas acabaran durmiendo en las calles, entre cartones, con todos sus enseres a la espalda como si se trataran de caracoles que viajan con la casa a cuestas y sin baños públicos, ni bares abiertos, ni agua en las fuentes. ¡Una catástrofe!

¿A raíz de que los medios de comunicación recogieran vuestras reivindicaciones, cambió la situación? ¿Cómo están las cosas a día de hoy?

Lo cierto es que no es la primera vez que aparecemos en los medios, de hecho llevamos muchos años haciéndolo. Sin embargo, ¡es la primera vez que aparecemos en los medios de ámbito nacional y que el problema se convierte en un asunto de interés público de verdad! Es un problema endémico de la ciudad, que se viene repitiendo año tras año desde hace más de tres décadas en las tierras de Lleida, sin que a nadie le importe demasiado, excepto a quienes nos dedicamos a denunciarlo. A día de hoy, las cosas siguen igual. Aunque he escuchado que el Ayuntamiento este año ya tiene una alternativa encima de la mesa. Soy bastante escéptica en este tema porque lo que he visto hasta ahora han sido pequeños parches que se colocan año tras año para salir del paso, pero cada temporada, hablando mal y claro, ¡es la misma mierda!  

Cuando te entrevistaban por ese tema,  en los rótulos ponía que formabas parte de la plataforma “Fruita amb Justicia Social” (“Fruta con justicia social”) , ¿cómo nació la plataforma y cuáles son sus objetivos?

Sí, formo parte de la plataforma “Fruita amb Justicia Social” que lleva más de 7 años denunciando precisamente esto: El incumplimiento de convenio, la falta de alojamientos, la discriminación y la vulneración de derechos que padecen las personas migrantes que vienen cada año a trabajar a la campaña de la fruta en Lleida. No obstante, también denunciamos el modelo agrario actual que ahoga al pequeño empresario hortofrutícola, que le despoja de su derecho a decidir sobre el precio de su mercancía, de su producto. Un paradigma de mercado en el que no se apuesta por los productos de proximidad y que está íntegramente controlado por las grandes superficies y en el que los intermediarios se llevan la mayor parte de los beneficios. Nuestras reivindicaciones van en la línea de proteger al trabajador, pero también a los empresarios, apostando por aquellos que lo hacen bien. De hecho, desde hace tiempo venimos reclamando un sello de calidad que garantice la trazabilidad de la fruta y  que certifique que ha sido recogida cumpliendo el convenio de los trabajadores y sin vulnerar ningún derecho humano. Apostamos por un modelo justo que, además, dé visibilidad a aquellos que lo hacen bien, garantizando al consumidor que la fruta que se come no ha sido recogida con mano de obra semiesclavizada.   

Volviendo al tema de los medios, francamente, considero que pese a que hayan contribuido a amplificar la denuncia acerca de la situación de lxs trabajadorxs del campo, también creo que han ayudado a su estigmatización y a culparles de la segunda ola de COVID-19, ¿cómo lo ves tú?

¡Has dado en el clavo! Desgraciadamente, se volvió a atacar a la víctima y no se atacaron las causas, ni las condiciones de trabajo. Mucha gente criticaba que hubiera personas en situación de calle mientras ellas tenían que estar encerradas en sus casas, pero la mayoría no se preocupaba en denunciar la situación de vulneración de derechos y de discriminación que estas personas estaban sufriendo. Tampoco se hacían eco de uno de los motivos por los cuales seguían en la calle, que era que nadie les quería alquilar una vivienda y se les había vetado el acceso a diversos hoteles. Tampoco se criticó a las dos empresas del sector que hicieron un llamamiento masivo a trabajadores insinuando que obtendrían el permiso de residencia si venían a trabajar, sin tener en cuenta el contexto de pandemia en el que nos encontrábamos ni las dificultades económicas por las que muchas personas de todo el territorio estaban pasando. En un marco en el que la mayoría de sectores económicos estaban parados, hacer un llamamiento a 30.000 personas fue una irresponsabilidad. Además, una vez se inició la campaña de la fruta, buena parte de las personas que trabajaban en el campo lo hacían sin ningún tipo de EPI, ni distancia social y después se les culpabilizó y criminalizó por los contagios. Como he comentado, fueron reiterados los ataques a las víctimas pero pocos los ataques a los responsables de la situación.

¿Te ha visto tu alumnado por la tele hablando de estos temas? ¿Han comentado algo? ¿y sus progenitores? ¿te preocupa que sea así?

Sí, ambos. Hasta junio del año pasado trabajaba en una escuela de adultxs. Por tanto, el alumnado era mayor de 18 años, proveniente de diferentes ámbitos y contextos y consumidores asiduos de noticias (ya sea prensa escrita, telediarios o ambos). Por eso, y teniendo en cuenta que salí en prácticamente todos los medios, era casi imposible que no  me vieran. La verdad es que en el aula soy igual de abierta al diálogo que fuera de ella, siempre teniendo en cuenta unos mínimos, con el mayor rigor y objetividad posibles  al hablar de estos temas e intentando evitar que mis sentimientos u opiniones personales interfieran demasiado. De hecho, intento responder a cualquier pregunta.

Mi progenitora en este caso, porque ya solo me queda madre, sí, me vio al igual que el resto de mi familia (hermanas y cuñados) pero ya están acostumbradas, ya me conocen, saben cómo soy, saben cuál es mi lucha y los valores que defiendo en esta sociedad. 

La verdad es que no me preocupa en absoluto que me vean, es otra forma de visibilizar los problemas y de concienciar y si ese es el objetivo de aparecer en los medios. No veo por qué debería esconderme de mis conocidos cuando lo hago. De hecho, ahora me presento a las elecciones al Parlament de Cataluña y tanto el profesorado como el alumnado del instituto en el que trabajo lo saben. Ha salido el tema en la sala de profes y en algún aula y con toda naturalidad se lo he explicado brevemente y hemos seguido adelante con nuestras tareas. jejeje. Quizás, al profesorado he dedicado más tiempo a explicárselo, jajaja, ¡ellos están en edad electoral!   

Dado que tu activismo es anterior a las denuncias del verano pasado, ¿cómo se ha ido articulando en función de la época y qué temas son importantes tener en cuenta para la población africana y afrodescendiente de Lleida y de Cataluña, en general?

Sí, desde luego este año mi activismo se ha hecho viral (si usamos terminología de redes sociales). Este verano se formó la tormenta perfecta y el chaparrón lo cubrió todo y a todxs. Coincidió el contexto de pandemia (restricciones y miedo de la población) con personas durmiendo en las calles sin acceso a los servicios mínimos de saneamiento (agua, baños, etc.), el activismo y un jugador de fútbol internacional dispuesto a ayudar y al que le negaban los alojamientos aún con el dinero en la mano. Todo eso sumado a la escasez de noticias durante la época estival convirtió la demarcación de Lleida en un polvorín mediático.  

Pero sí, mi activismo viene de bastante más lejos. Todo mi recorrido vital me ha llevado hasta aquí. A veces miro atrás y me doy cuenta de que todo en mi vida ha sido reivindicación. Desde la reivindicación de mis derechos y mi respeto a la reivindicación de los derechos de otras personas. En la escuela ya tuve que luchar para que se me respetara, incluso siendo aún menor de edad, llegué a presentar una queja formal a los servicios territoriales de educación en Lleida por el trato discriminatorio que estaba sufriendo por parte del profesorado. Se me había hecho un boicot para que no pudiera presentarme a la selectividad. Habiendo estado tutelada por la Generalitat y ya independizada, con 17 años, tenía que trabajar y estudiar para pagarme el alquiler. Empecé trabajando en un bar latino de jueves a domingo en el turno de tarde noche (de 19h a 2 o 3 de la mañana) lo que provocaba que los viernes a primera hora no pudiera ir a clase. Estaba destrozada y no podía levantarme tres horas después de haberme metido en la cama. Entonces, la profesora de Historia, quien además de ser mi tutora y la coordinadora de bachillerato, era quien impartía clases a primera hora los viernes, en vez de hablar conmigo e intentar ayudarme a encontrar una solución, impulsó una normativa que impedía a cualquier persona que hubiera faltado a más de tres clases sin justificación paterna/materna que pudiera presentarse a los exámenes de ninguna asignatura (alegando que eran estudios presenciales y no podíamos permitir la no asistencia al aula). Aquella decisión me condenaba a repetir curso. Para algunas personas podría parecer una normativa justa, pero no lo era en absoluto porque yo no tenía unos padres que pudieran justificar mis faltas. Sin embargo, había una compañera que faltaba el triple que yo, a la que me encontraba en el gimnasio, en la plaza o de fiesta los mismos días que no había aparecido por las aulas, a la que un día su padre le justificó todas las faltas sin más. Se presentó en el centro, se sentó con el director y le dijo: “justifico todas las faltas de mi hija” ¡Chim pum! Yo no tuve esa suerte y tuve que luchar por mis propios medios. El departamento de educación me dio la razón y recordó al centro que no hay ninguna normativa que les obligara a hacerme los exámenes parciales, sin embargo, sí estaban obligados a organizarme un calendario para que pudiera realizar los exámenes finales. Fue mi primera batalla contra Goliat (la Administración) y aunque obtuve una victoria, fue solo a medias puesto que la semana de exámenes en la que debía examinarme de todas las asignaturas de 2º de bachillerato la agendaron justo después de la selectividad. Desde entonces, todo ha sido activismo y reivindicación de derechos sociales hasta ahora. Empecé con la campaña: “Papeles y derechos para todos” que consistía en reclamar la regularización de las personas en situación administrativa irregular, denunciar la perversidad de la Ley de Extranjería y la dificultad de las personas migrantes para regularizar su situación, pese a cumplir con los requisitos de arraigo. Después de esto, llegó la lucha por los derechos de las personas que vienen a trabajar en la campaña de la fruta en Lleida y otras batallas de los colectivos afrodescendientes por la igualdad de trato en el acceso a la vivienda, el ocio nocturno, la no segregación escolar, etc… Porque como ya sabrás, querida Lucía, el trato no es el mismo en ninguno de estos espacios para una persona blanca que para una persona que no lo es. En Lleida, nos siguen negando el acceso a la vivienda a las personas no blancas o personas migradas (y nos siguen relegando a infraviviendas o viviendas de muy bajo standing), no nos dejan entrar en los pubs y discotecas de la ciudad si somos más de cuatro negrxs y así hasta el infinito en multitud de contextos.

 
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Imagino que por todo lo anterior, has dado el salto y eres la número dos de la CUP por Lleida, ¿qué ha pasado? ¿cómo te encuentras? Y enhorabuena, así, todo junto. 

Pues sí, soy la número 2 de la CUP por Lleida. Sin embargo, pese a llevar muchos años en el activismo (luchando contra Goliat) y tras haber recibido varias ofertas políticas en los últimos años, no ha sido hasta alcanzar el límite de mi paciencia y casi mis fuerzas que he decidido dar el salto.  La política no es lo mío. Tengo una profesión que me encanta y que disfruto todos los días. No obstante, me he cansado, me he cansado de luchar y poner propuestas encima de la mesa para que otras personas decidan si son lo suficientemente interesantes y si merece la pena tenerlas en cuenta y aplicarlas. Cansada de dejarme la piel para que los partidos de turno tumben tus propuestas e invisibilicen tus luchas, para que te criminalicen y te traten de voz disidente minoritaria. Eso ha pasado, ha pasado que me he cansado de esa dinámica y he decidido alzar la voz desde dentro. Mi objetivo es llevar las luchas de la calle al parlamento y esta vez no dejar que otro decida si se tiene en cuenta o no,  porque van a estar en la agenda política y no nos va a escuchar solo el partido de turno, sino todos los partidos. Nos van a escuchar alto y claro diciendo: ¡Sí, estamos aquí y hemos venido para cambiarlo todo! Hemos venido para acabar con este sistema capitalista, neocolonial, racista, machista, clasista, homófobo y un laaargo etcétera.  

¿Qué diferencias hay entre lo que hacías desde otros ámbitos y hacerlo en un partido político? Es más, ¿puedes seguir haciéndolo o, en la actualidad, la reivindicación toma otros cauces?

En mi caso concreto significa dar más voz a lo que ya venía haciendo desde la calle. La CUP es un partido orgullosamente asambleario en el que las cosas se deciden de abajo arriba, en el que se debate y en el que nadie de arriba nos impone qué decir ni hacer. Además, es un partido que precisamente lucha contra el sistema, que pretende cambiar este sistema que está más que demostrado que no funciona y que nació de la necesidad de llevar las luchas del día a día a las instituciones. Por eso, no solo voy a poder seguir haciéndolo sino que todas las personas que formamos la CUP lo hacemos. Estamos a pie de calle al lado de la gente, damos voz a lxs que no la tienen y desde el municipalismo (desde los ayuntamientos) ya hace años que lo venimos haciendo.

¿Qué le ha parecido a tu entorno tu decisión?

Bueno ha habido de todo, sobre todo por desconocimiento. Durante años, la CUP ha sufrido una invisibilización mediática que no se ha llevado a cabo con otros partidos como por ejemplo VOX. Además, se le han atribuido unas etiquetas que no le hacen justicia y eso provoca que, a veces, la gente no sepa cómo reaccionar cuando dices que te vas a presentar con la CUP. Sin embargo, en general he recibido mucho apoyo y muchas personas se han mostrado de mi parte e incluso me han manifestado su confianza y alegría por mi decisión.

Hablemos ahora del partido del cual formas parte, ¿por qué la CUP?

La respuesta es muy sencilla. Porque es el único partido que ha demostrado ser verdaderamente de izquierdas, por sus políticas en los ayuntamientos, por las mociones que presenta, por cómo se posiciona antes las leyes que pasan por el parlamento… También porque es la única candidatura que representa verdaderamente la voz del pueblo, ya que da voz y espacios a quien no los tiene; porque en la elaboración del programa, el argumentario y en las decisiones que se toman siempre se tienen en cuenta la opiniones de los colectivos implicados; porque es la única candidatura que incluye el antirracismo como elemento transversal de todos los ámbitos y porque en su programa, es la única que incluye puntos claramente desarrollados de cómo trabajar el antirracismo y cómo impulsarlo e introducirlo en las instituciones.  

Seguro que esto te lo han comentado mil veces, ya sabes que hay un porcentaje importante de afrodescendientes en el Estado español que siente un fuerte desarraigo/ desafección nacional , no sé cuál será tu caso pero ¿cómo se conjuga eso con votar/forma parte de un partido nacionalista?

Es muy diferente el nacionalismo que se vive en España del que se vive en Cataluña. Si bien es cierto que en ambos territorios formamos parte de la alteridad (somos el otro, el diferente), también lo es que Cataluña siempre ha sido territorio de acogida, desde la migración de los años 60 de andaluces y otras zonas del territorio español hacia Cataluña hasta la actual acogida de refugiados y personas migradas. El nacionalismo en España es mayoritariamente un nacionalismo de derechas con un gran rechazo hacia los colectivos más vulnerables y las minorías étnicas. Sin embargo, el nacionalismo en Cataluña tiene un alto componente de izquierdas y ahí reside la principal diferencia. El nacionalismo en España está ligado al franquismo, el de Catalunya todo lo contrario. De hecho, nuestro partido concibe la independencia como la única vía posible para romper con el autoritarismo y el fascismo del Estado español y de avanzar hacia un país de derechos, verdaderamente socialista, feminista, ecologista y antirracista.  

Ya nos has avanzado un poco, pero… ¿Cuánto cabe el antirracismo en la CUP? ¿Y en el debate político actual?

En la CUP cabe todo, absolutamente todo el antirracismo. De hecho, como he comentado antes, los grupos de trabajo (las diferentes comisiones) que trabajan en la elaboración de argumentarios y en el programa político, se alimentan de expertos en cada uno de los ámbitos y de representantes de los colectivos implicados. Yo misma, que formo parte del grupo de trabajo de antirracismo de la CUP, he participado en la elaboración y desarrollo de los diferentes puntos del programa referidos a educación y antirracismo. 

¿Qué estimación de voto tiene la CUP?

Pues ahora mismo las encuestas nos dan bastantes buenos resultados. En Lleida, donde normalmente conseguimos poca representación porque de aquí solo salen 15 diputados (de los 135 totales, de los cuales 85 son de Barcelona), ya nos otorgan 1 diputado directo y vamos en ascenso hacia el segundo (yo) jejeje, pero nos encontramos en una situación un pelín compleja dado que ese segundo nos lo estamos disputando con VOX. Es decir, o entro yo o entra un diputado de vox y consigue representación en nuestro territorio. Eso sería para mí del todo lamentable y doloroso.  

Te he preguntado cómo fue tu primer día como profesora, ¿te imaginas cómo será tu primer día como diputada? 

Uuuufff pues me cuesta imaginarmelo y aún me estoy haciendo a la idea. Me cuesta imaginarme en un contexto en el que aún nunca he estado. Pero todo apunta a que seré diputada y por lo tanto es una cuestión que ya tengo que empezar a digerir. Lo que tengo claro es que no he venido para quedarme, no busco una silla, un acta o un sueldo (puesto que el de los diputados de la CUP es bastante irrisorio), sino para cambiar las cosas y mi paso por el Parlamento no será discreto. ¡Entraremos! ¡Entraremos con fuerza y no dejaremos a nadie indiferente! 

Yo sí me lo imagino y la verdad es que me hace mucha ilusión porque, además, podríais ser tres mujeres afro en el Parlament… 

En ese aspecto a mí también me hace mucha ilusión, sobre todo porque tres mujeres negras en lugares de representatividad y de toma de decisiones es algo inédito y, puede suponer el primer paso hacia el cambio. Hasta ahora, se ha hablado mucho de feminismo y de techos de cristal que las mujeres deben romper, pero las mujeres no blancas estamos cansadas de recoger los pedazos de esos cristales. Las mujeres blancas ya están ocupando espacios en las cúpulas, en el poder, en la toma de decisiones, sin embargo, las mujeres no blancas ni siquiera estamos en esos espacios. Hablamos de ministras, alcaldesas, directoras de centros educativos, directoras de empresas de telecomunicaciones blancas cuando las mujeres no blancas apenas hemos llegado a concejalías, a los puestos de diputadas, docentes en los centros educativos o asesoras, informáticas o ingenieras en empresas de alto nivel.  

Y, al menos, un hombre, Garriga, por VOX…

¡Uuufff! Lo de Ignacio Garriga me revuelve el estómago. Creo firmemente que forma parte de un partido que debería estar ilegalizado y condenado por discursos de odio, por injurias y calumnias hacia colectivos enteros. Es un partido que no debe ocupar espacios en nuestras instituciones y al que nos vamos a enfrentar frontalmente. No pararemos hasta echarlos y no le voy a dedicar más palabras porque no se merece mi tiempo, solo todo mi desprecio y eso es lo que también va a obtener de mí en el Parlament.

¿Cómo has vivido la campaña electoral? ¿Una está preparada para algo así? 

¡Una locura! La CUP es un partido con un código ético muy ético y eso implica que no nos debemos a ningún banco y aunque es un aspecto que admiro del partido, a menudo conlleva pequeños inconvenientes como que entre todxs nos lo hacemos todo para no externalizar servicios ni malgastar lo que tenemos. Así que, me ha tocado hacer de todo, desde colgar nuestras pancartas en farolas y semáforos a acudir, por supuesto, a entrevistas y actos, pasando por montar el chiringuito en plena calle para que la gente pudiera recoger la papeleta de la CUP. 

Dinos una frase que no faltará nunca en tu discurso.

¡Por una república catalana libre y justa en la que la voz y las luchas de las personas retumbe en las instituciones, por una sociedad en la que no dejemos a nadie atrás!

Y alguna que te repitas cada mañana desde que comenzó la campaña

¡De ponent al parlament! (nuestro territorio, tierras de Lleida, el territorio al oeste de Catalunya es denominado también la tierra de poniente, “ponent”). Es una manera de decir “desde Lleida al Parlament”, para que la voz del oeste se escuche con fuerza en una institución súper centralizada en Barcelona y su área metropolitana.

 

Pues esa es la frase que te digo yo también. Eso y que, pase lo que pase,  te mando fuerza y te deseo muchísima suerte.