Decir “Black Trans Lives Matter” es un gesto radical de Black Love
By: Iki Yos Piña Narváez Funes
Pocos días antes de la concentración en honor a Las Vidas Negras Importan en Madrid, un fuckboy con el que había tenido muchos encuentros me preguntó cuál era mi nombre. Guardé silencio. No era una persona blanca, porque a esxs les llamo negrofílicos fetichistas coloniales. Para quiénes se preguntan qué es un fuckboy - aún siéndolo- aquí mi definición: es una persona con subjetividad viril, que se relaciona sexo-afectivamente con nosotrxs, personas trans/queer, travestis, feminidades negras, desde una posición instrumental y de extracción del placer, buscando recrear todas las fantasías eróticas que la ficción de la heterosexualidad de su mundo normativo “no le permite”.
Los fuckboys nos consideran cum bucket (depósito de esperma) y tienen vergüenza de que se sepa que sus deseos no encajan plenamente en el mundo de “la normalidad”; tienen vergüenza de que los vean de la mano o dándose besos en público con alguien “raro”, con una persona trans negra, queer negra, travesti negra. Los fuckboys tienen vergüenza de que nuestros cuerpos entren en sus proyectos de vida y de reproducción, tienen vergüenza de hacer política su cama y politizar sus deseos, pero en su Instagram y demás redes sociales utilizan el hashtag #BlackTransLivesMatter.
No estoy mendigando los afectos del mundo white-cis-normativo. Conozco el lugar que ocupa mi cuerpo en la economía del deseo y sé cómo lidiar con eso, a sabiendas que mi vida se pone en riesgo cuando accedo al placer en este mundo anti negro, anti indígena, anti travesti, anti trans. No estoy narrando episodios de mi vida para tener cis-condescendencia, sino para resaltar una dimensión micropolítica de los afectos y del cuidado de las vidas negras trans.
Cuando hablo de cuidados de las vidas negras trans, me estoy refiriendo a un ejercicio político radical de Black Love y de preservación colectiva de nuestras vidas. Cultivo de nuestro Orí y manifestación de una Oshunality que nos dé fuerza. Cuando hablo de acción política radical de cuidados negros, me estoy basando en prácticas ancestrales para protegernos de la matanza del pueblo negro y afrodiaspórico, que sabemos no comenzó en el siglo XXI. La muerte de cuerpos negros no es una metáfora y menos en tiempos de pandemia, donde toda la arquitectura racista de la supremacía blanca reforzó sus pilares para aplastarnos.
A lxs negras queer, trans, travesti migrantes nos cuesta vivir: pasar fronteras, conseguir un estatus de “legalidad”, conseguir un empleo donde estemos cómodxs. Nos cuesta que el sistema médico entienda nuestros cuerpos y acceder a la salud de forma digna. Nos cuesta encontrar un espacio para vivir o simplemente descansar; nos cuesta acceder a la comida, a las hormonas, a una ducha, al sueño, a la ropa, a los zapatos que deseamos; nos cuesta encontrar afectos; nos cuesta acceder al amor. Nos cuesta entender este mundo y coexistir con la supremacía blanca que procura para nosotrxs la muerte social.
¿Cuántas negrxs travestis/trans/queer forman parte de tu círculo afectivo? ¿Sabes si tienen comida y un lugar para dormir? ¿Sabes si tienen empleo? ¿Sabes si tienen documentación para “poder salir a la calle”? ¿Sabes si necesitan compañía? ¿Sabes si recibieron una agresión en la calle recientemente?
Si no estás vinculadx con negrxs travestis/trans/queer ni forman parte de tu círculo afectivo ¿Te has preguntado por qué? ¿Te has preguntado a quién le gritamos “las vidas negras trans importan”? ¿Al Estado que nos ilegaliza o a la policía que nos asesina? Yo le digo Black Trans Lives Matter a mis hermanxs. Y entiendo que nuestras vidas negras son difíciles, hablo desde la fragilidad y la imposibilidad de atender los llamados de support de mis propixs hermanxs en la diáspora.
Sólo pienso en el Black Love como fuerza ancestral colectiva de vitalidad para preservar las vidas negras. Sólo pienso en abrazar las vidas negras, a cada une de mis hermanes y de la misma manera espero ser abrazada. Solo sueño con recuperar el tiempo robado por la supremacía blanca. Solo espero que esas miradas telepáticas que nos ofrecemos en la calle cada une de nosotrxs se transformen en amor hecho cuerpo, en energía de vitalidad que sea distribuida únicamente entre nosotras para pensarnos en el futuro.
Black Trans Lives in the front
En el 2012 estuve en Chicago, EEUU. Mi viaje coincidió con la campaña presidencial del segundo período de Barack Obama y con el terrible asesinato de Trayvon Martin, chico negro de 17 años. Acudí a una de las vigilias en honor a Trayvon junto con amigxs queer, negrxs, migrantes y afroamericanxs. Todxs teníamos una velita, llevábamos suéter con capuchas puestas como la llevaba Martin. Algunxs comían caramelos de colores, los famosos Skittle para recordarle. Hicimos un círculo mientras las madres negras leían las letras de rap en los cuadernos de sus hijos asesinados por la policía. Era imposible no entrar en llanto.
Fue en ese año 2012 cuando nació el movimiento Black Lives Matter (BLM), liderado principalmente por mujeres negras, por personas trans negras. Recuerdo palabras de Alicia Garza, cofundadora del movimiento: “BLM afirma la vida de la gente queer negra y trans negra, de lxs discapacitadxs negrxs, de lxs negrxs indocumentados, de la gente con prontuario, de las mujeres y las vidas negras a lo largo de todo el espectro de género. Se centra en aquellos que han sido marginalizados dentro de los movimientos de liberación negra. Es una táctica para (re) construir el movimiento de liberación negra”.
La agitación social de aquellos años, conjuntamente con la figura de Obama y la cultura del “Black Excellence” ocurría simultáneamente y yo no podía comprender muchas cosas, aún no las comprendo. Me quedé pensando que probablemente las vidas negras importan si y sólo si bailamos la danza de las demandas blanco-neoliberales: entramos en el juego de la representatividad, la búsqueda del éxito, la búsqueda “de la excelencia”, de la “respetabilidad negra” y llegamos a ser “el buen salvaje” que desea occidente, ese “buen salvaje” que generalmente es normativo y heterosexual.
Cuando escapamos de la fórmula básica del neoliberalismo resulta más difícil vivir porque encarnamos a la “bestia salvaje que se escapa”. Porque devenimos a cimarronas indómitas. Cuando hablo de escape me refiero también al escape de la “nación heterosexual”, a ese régimen político que describe Ochy Curiel y a todas las estructuras y microestructuras que la reproducen como única forma de existencia, incluso dentro de nuestros propios espacios negros.
Black Trans Lives Matter in the front no implica que debemos estar en la first line, porque “demandamos visibilidad”. Ya estamos en primera fila, ya somos visibles y esa visibilidad nos mata. Black Trans Lives Matter in the front, no quiere decir que siempre estamos ready. No. Nuestros cuerpos están cansados, rotos y frágiles. No podemos asumir el mundo productivista cis-eufórico de la heterosexualidad obligatoria y entiendo que los cuerpos negros que asumen ese ritmo hiperproductivo también están cansados, y muchos no tienen una cama para descansar.
También resistir es dejar de hacer. Es quedarnos en la quietud por instantes. Como Rosa Lee Parks, su gesto para resistir fue no levantarse, no responder con un cuerpo siempre erecto, como generalmente nos demandan a lxs negrxs. La reacción de Rosa, fue quedarse sentada, firme y quieta. Ese mínimo gesto también es resistencia. Siento que a veces lxs negrxs travestis/trans/queers resistimos desde allí, en la hermosa pasividad en este mundo acelerado, aunque también despertamos la furia como lo hizo Marsha P. Johnson en las revueltas de Stonewall. En todos nuestros mood merecemos ser amadxs, acompañadxs y cuidadas política y afectivamente.
Nosotrxs, las negras travestis, lxs negrxs trans, estamos para ustedxs hermanxs y esperamos reciprocidad negra. Nosotrxs les amamos con profundo amor negro porque sabemos que todas las vidas negras importan. Esas vidas negras exterminadas sistemáticamente por la maquinaria de muerte de la supremacía blanca son sostenidas por las madres, hermanxs y sensibilidades femeninas y por nosotrxs, cuerpos queer negrxs.
Recuerdo ese momento cuando niñx, iba con mi madre a visitar a mi tío Nelson en la prisión. Entraba en la fila con cientos de mujeres negras que iban a ver a sus muchachos -darles support- a sus hijxs negros llevándoles comida, artículos de higiene, cartas de otros familiares y algo dinero. Recuerdo que la policía revolvía toda la comida de los tuppers buscando armas y droga. Recuerdo también que todas las madres debían desnudarse y colocarse en cuclillas, pujar y demostrar que no llevaban nada peligroso en sus cuerpos.
Esto me hace recordar que las prisiones también son parte de la maquinaria sistemática de aniquilación de las personas negras. Mi tío Nelson salió de prisión, yo aún era peque y él cuidaba de mí. Sembró una mata de cacao en el patio de la casa. Me enseñó a chupar la semilla del cacao, ponerla a secar al sol, molerla y hacer chocolate. En el año 2000 fue asesinado en una balacera en el barrio. Su hijx quedó al cuidado de su madre y de sus tías negras. Yo también cuidé de mi primx. A esto me refiero cuando digo que los cuerpos negros históricamente sostienen desde el amor las vidas negras.
Este mundo no está hecho para nosotrxs las personas negras, afrodescendientes que escapamos al proyecto civilizatorio heterosexualizador. Recientemente escuché una entrevista a Ángela Davis y pedía atender nuestras voces, decía: “la comunidad trans, no binaria nos lo dice, que es posible efectivamente cambiar, si es posible cambiar las estructuras binarias de género en el cuerpo, se puede romper la norma y se pueden romper otras estructuras normales y normativas como las prisiones o las instituciones policiales. De eso estoy segura, de que nuestros cuerpos rompen el mundo”.
Las travestis negras, trans, siempre quebramos un mundo y nos inventamos otro mundo para poder vivir. Tenemos una furia en el cuerpo que quizás no es proporcional a las opresiones históricas que nos atraviesan, eso hace que muchas de nosotras seamos colocadas en el lugar de la black angry fierce que debe ser domada. Al mismo tiempo tenemos mucha energía vital para compartir entre nosotras. A eso me refiero cuando hablo de Black Trans Lives Matter, a un amor negro, al cuidado colectivo entre nosotrxs que nos invita a pensarnos en otras dimensiones temporales, de imaginarnos en el futuro. Como dice Ventura Profana, travesti negra de Brasil:
“Bailemos ingeniosamente y aprendamos a volar, yo no voy a morir”. Nosotras no moriremos.