TODA LA VERDAD (¿?)

Por Bronny

El respeto también se mide por la forma en la que mides tus argumentos, que el peso de la verdad no envenene tus palabras…

Vivimos en un mundo en el que muchas enfermedades que en el pasado asolaban el planeta ya no existen, pues sus patógenos se eliminaron gracias a la investigación médica. Un ejemplo es el caso de la viruela (erradicada en 1980 oficialmente). El virus que provocaba esta terrible enfermedad fue responsable directo de la muerte de más de 500 millones de personas (y se estima que mucho más). Con diferencia es el virus que más vidas se ha llevado.

En 1796 y tras mucho investigar, el médico inglés Ed. Jenner se percató de que las lecheras que ordeñaban a las vacas enfermas de viruela bovina, jamás se contagiaban de la viruela humana (que es increíblemente más dañina). Extrajo el “pus” de las vacas e inoculó en James Philips, un niño de 8 años, el contenido de esa primitiva jeringa lo que provocó fiebre en el niño. Una vez superada la fibre, Jenner introdujo en Phillips el polvo de las costras que provoca la viruela y no ocurrió nada. Se acababa de desarrollar la primera vacuna de la historia (de ahí su origen etimológico, pues vacuna deriva del latín vacca) y ciertamente fue un paso de gigante en la Medicina, abriendo las puertas a todo un mundo a posteriori, pese a la poca ética que conforma esta curiosa historia.

¿Pero qué ocurre cuando se junta el “virus del racismo” con la falta de ética?

En 1846 se desarrolló con éxito la anestesia, la cual se extendió como la pólvora. Podía facilitar mucho según qué intervenciones quirúrgicas. (A la reina Victoria se le administró en su parto de 1847) .Para ese año, el que se considera padre de la Ginecología, James Marion Sims, llevaba alrededor de 12 meses experimentando sin anestesia con mujeres negras esclavizadas cerca de las plantaciones de Alabama. Quería encontrar una solución a la fístula vesico-vaginal para las mujeres blancas. Este mal en su mayoría se da cuando hay complicaciones en el parto o los mismos son muy prolongados. Pero conviene incidir en que una de las causas también se puede dar cuando existen violaciones de uno o varios hombres, y en aquel entonces era absolutamente normal los abusos de todo tipo a las personas negras en general y a las mujeres negras en particular.

Para sus experimentos tenía colaboradores que a veces también eran médicos y aprendices. Éstos se encargaban de desnudarlas y sujetarlas. Únicamente reconoció que les suministraba Opio para la recuperación, nunca para soportar el dolor. Lucy, Anarcha y Betsy fueron 3 de las 12 mujeres negras registradas a las que se infligió indescriptible dolor. Estas 3 mujeres sufrían de fístula vesicovaginal, (Anarcha también Rectovaginal) lo cual era perfecto para las investigaciones de Sims. Se ha sabido después que Lucy estuvo a punto de morir a consecuencia de Sepsis, (sucede cuando el cuerpo da una respuesta inmunitaria con una inflamación a consecuencia de una infección producida por gérmenes) producida porque Sims dejó una esponja con alta tasa de patógenos dentro de su vejiga. En aquella época no se utilizaba el término CURAR para lxs negrxs, teniendo en cuenta las bases racistas que bañaban todo el espectro social y bajo una consideración de semi humano, si no que algunos médicos utilizaban la palabra REPARAR cuando se referían a personas negras. Se sabe que Anarcha en un espacio de 4 años fue sometida a 30 cirugías experimentales (el espéculo vaginal que se usa en la actualidad viene de estas prácticas), algunas de esas intervenciones siendo aún menor de edad.

En 1853, James Marion funda en Nueva York el primer hospital de mujeres (blancas, claro) de EE. UU., y por supuesto utilizó anestesia con todas ellas. James también experimentó con niñxs negrxs. Le interesaban las causas que provocan el tétano neonatal (producido por condiciones poco higiénicas durante el parto o por un déficit nutricional severo que provoca poca inmunidad en la madre por causa de la bacteria Clostridum tetani).Sims pensaba que este mal lo provocaban los partos largos, pues veía que los huesos del cráneo de los bebes se deformaban. Fue entonces cuando ayudándose de un punzón de zapatero intentaba posicionar correctamente la estructura craneal de los bebés. Ningún bebé sobrevivió, lo que supone una tasa de mortalidad del 100% bajo esta práctica. Para muchas personas, Sims pasó a la historia como el gran adalid de la Ginecología, siendo el primer médico de la historia de EE. UU en tener una estatua (retirada finalmente por la presión de grupos antirracistas en 2018) y siendo un respetado profesional entre la comunidad hasta la fecha… pero jamás como un racista.

FOTO PERFORMANCE HERMANAS ANTIRRACISTAS CONTRA JAMES MARION SIMS

FOTO PERFORMANCE HERMANAS ANTIRRACISTAS CONTRA JAMES MARION SIMS

Ahora bien, ninguna de las personas que le vanaglorian han sentido que su vida dependía de las decisiones de un grupo racial que por la configuración socio-cultural era superior y que definía esa superioridad gracias a una vergonzosa estructura legal. Por si aún quedan dudas sobre Sims, es importante destacar que James Marion Sims se opuso a la liberación de las personas negras, siendo abiertamente secesionista. Ya por aquel entonces se creía que las personas negras soportaban mejor el dolor, llegando a afirmar que muchas tenían si no total parcial analgesia (ausencia de dolor), por eso se les obligaba a someterse a todo tipo de pruebas en beneficio de los opresores. Con prácticas como ésta se consiguió sostener una serie de creencias definitorias sobre “qué es ser negro”. Negro= bestia semi-humana carente de características enteramente humanas. Al asegurar que no sufrían tanto y que existían claras similitudes entre lxs negrxs y los animales, y por ende alejadas de lo humano (humano=blanco); les fue más fácil infligir daño, pues no consideraban que se lo estuviesen haciendo a un igual, a una persona.

Esta creencia racista provocó que se continuase experimentando con las personas negras y no, no solo en régimen de esclavitud. Para inicios del siglo XX los avances en medicina eran más que obvios. El concepto de salud pública (prevención de enfermedades, higiene, etc.) se extendió y los poderes políticos sabían que era una buena herramienta para reducir las tasas de contagio y muerte de algunas enfermedades. No obstante, enfermedades como la sífilis seguían causando estragos.La sífilis es causada por la bacteria treponema pallidum. Se contagia por practicar sexo sin protección con una persona infectada, por estrecho contacto con las heridas de la misma o bajo transmisión hereditaria si la madre está infectada, entre otras.

Sin salir de Alabama, nos vamos a Tuskegee (condado de Macon). una ciudad fundada en 1823 y que antes de su creación fue una extensa plantación de algodón esclavista. El servicio de salud pública (financiado con fondos federales) de EE. UU tenía la intención de iniciar un estudio para comprobar los estadios de la sífilis y poder determinar su explicación a través de todas sus fases hasta la muerte. El instituto Tuskegee (dependiente de la universidad para personas negras que le da el nombre y fundada por el médico afroamericano Booker T. Washington) se ofreció a ceder sus instalaciones para el estudio que inicialmente sería de unos 8 meses. A este estudio hoy se le conoce como el Experimento Tuskegee, y es el experimento con personas más largo (1932-1972) y dramático de la historia. Duró 40 años. Y sí, una vez más sólo se experimentó con personas negras.

Lo más parecido a Sanidad universal (pero aún a muchos años luz del concepto) en EE.UU se inició en 1935 bajo la administración de T. Roosevelt. Este dato es importante pues podemos imaginar la alta tasa de mortalidad en la comunidad negra cuando una enfermedad, accidente etc se sucedía. Est era así principalmente por 2 factores:

1.      Era una comunidad con un notorio déficit económico (lxs negrxs cobraban menos que los blancos) incapaz en muchos casos de costearse servicios médicos.

2.       La segregación institucional: los hospitales para negros tenían instalaciones a veces obsoletas.

Cartel Segregación racial

Cartel Segregación racial

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Parceros en los campos de Tuskegee

Sin informarles debidamente y ayudados del bajo nivel de alfabetización de la época seleccionaron a 600 hombres aparceros y campesinos. Les ofrecieron alimentos gratis, transporte gratis cuando fuesen estudiados y servicio de sepelio gratis si finalmente fallecían. Vendieron toda esta trama como “la última gran oportunidad para poder ser tratados”. Les hicieron creer que les tratarían de “mala sangre”, un mote genérico que los lugareños utilizaban cuando aparecían síntomas de sífilis, (muchos no sabían ni lo que era la enfermedad) fatiga o cualquier mal de salud. De todos ellos, 399 estaban infectados y 201 “limpios”. El equipo que se encargaría de este cruel experimento, inicialmente estaba formado por 4 personas y para no generar desconfianza fueron ayudados por personas negras. El médico Eugene Dibble y la enfermera Eunice Rivers (la única que estuvo durante los 40 años que duró el experimento) fueron el vínculo perfecto para generar confianza entre las personas a tratar.

 En 1933 T. Clarck, ideólogo de éste proyecto racista, abandonaba debido a que solo tenía planeado experimentar por un año, y consideró que se les fue de las manos. En aquella época la sífilis se trataba con remedios altamente tóxicos como mercurio o bismuto. Pero al estado le interesaba la muerte de todos los participantes a consecuencia de contraer la enfermedad y principalmente pasando por todas sus fases. A los integrantes se les daba solo placebo y a los que estaban sanos se les coaccionaba para que tuviesen sexo con trabajadoras sexuales (negras) infectadas y contraer así la enfermedad. Otras de las prácticas eran realizar incisiones en los genitales y extender cultivos de la bacteria que provoca la sífilis y ver cuánto tiempo pasaba hasta aparecer síntomas.

MÉDICO BLANCO INYECTANDO A APARCERO NEGRO

MÉDICO BLANCO INYECTANDO A APARCERO NEGRO

También se les inoculó una de las cuatro especies del parásito Plasmodium que en los humanos genera la malaria. Se creía que la fiebre alta que provoca la malaria podría ser efectiva ante la sífilis. No solo no les curaban si no que les introducían en el cuerpo peligrosos gérmenes que en muchos casos terminaban provocando agónicas muertes.

Pero las personas blancas seguían infectándose y eso no podían consentirlo, de tal modo que había que continuar con el racista experimento. Cuando se producía un fallecimiento y a través de Eunice Rivers, (siempre era ella la que contactaba con las familias) el estado se apropiaba de los cuerpos para estudiarlos. En numerosas ocasiones los afroamericanos preguntaban por qué no mejoraban a lo que los doctores respondían “por mala calidad de sangre”. No obstante, se sentían agradecidos de poder ser tratados gratuitamente y a menudo les llevaban comida como muestra de agradecimiento. Es lamentable comprobar la burla racista. Se encontraron cartas que se intercambiaban los doctores blancos en la que se referían a la gente negra en términos muy despectivos y en las que aparte de mofarse jamás mostraron arrepentimiento por esos niggers.

En los años 40, al descubrirse que la penicilina (desarrollada en 1928) era muy efectiva contra esta terrible enfermedad, se empezó a forjar la Ley Henderson, una ley federal de salud pública para el tratamiento de la sífilis. Ahora existía un tratamiento eficaz, menos para los afroamericanos del experimento Tuskegee. Se proporcionó una lista a los centros médicos locales con los nombres de los participantes para que no se les curase. Se les hacía punciones lumbares para extraer líquido encefalorraquídeo y ver el nivel de la infección. Les engañaron diciendo que esa práctica era parte de la cura mientras que la penicilina se les ocultaba. Tenían que seguir muriendo y pasando por todas las fases de la enfermedad. Ese era el plan.

Cuando finalizó la II GUERRA MUNDIAL, el mundo quedó horrorizado por los experimentos nazis con seres humanos.  Se conocieron nombres como el de Josef Mengele, uno de los principales médicos que se encargaba de los experimentos (nunca pagó por ello, huyó a Sudamérica).  También John Heller que en ese momento era el director de la división de enfermedades venéreas del servicio público de salud, optó por continuar con el monstruoso proyecto. Es paradójico que EE. UU fuese uno de los principales impulsores de los “Códigos de Nuremberg”, diez códigos éticos que definen las prácticas médicas al experimentar con humanos y que en teoría busca proteger a los sujetos en los ensayos clínicos.  EE.UU los firmó muy orgullosamente.

Su primer y tercer punto dicen:

-“Es absolutamente esencial el consentimiento voluntario del sujeto humano. La persona debe tener capacidad legal para dar consentimiento, sin intervención de cualquier elemento de fuerza, engaño o coacción”.

-“El experimento debe de ser realizado de tal forma que evite todo sufrimiento físico y mental innecesario”.

Ya en los años 50 en varios sujetos la enfermedad entraba en otro estadío. En varias de las fases por las que puede pasar una persona con sífilis a lo largo de su vida, existe una variante llamada Neurosífilis parética, ésta aparece a los 10/15 años posteriores de contraer la enfermedad. A los investigadores les interesaba especialmente este punto, pues se creía que lxs negrxs sufrían menos complicaciones neurológicas por un escaso desarrollo intelectual inherente a su condición racial. Esta variante puede provocar Afasia (incapacidad casi total de comunicarse a través del lenguaje por graves lesiones cerebrales), convulsiones, cansancio extremo, parálisis física parcial, confusión mental, falta de equilibrio. Por supuesto los hombres que llegaban a este punto terminaban muriendo de una manera muy lamentable. Pero el experimento continuó.

En 1966, Peter Buxton, investigador de enfermedades venéreas del servicio público de salud descubre este malvado experimento y lo denuncia al Centro de control de Enfermedades de EE.UU. Para sorpresa de Buxton, este órgano descarta intervenir hasta que todos los participantes murieran, decisión apoyada por la Asociación Médica Americana.  Buxton no dio crédito y comenzó a luchar contra la maquinaria racista federal. Le silenciaron muchas veces y tuvo miedo. Tuvieron que pasar casi 8 años para que saliese a la luz. A finales de 1972 la noticia se filtró y el Washington Star lo hizo público. El mundo conoce el horror del experimento con humanos más largo de la historia. Tal fue el escándalo que provocó que un día después, el experimento fuera clausurado. Lo cual nos revela que podían, pero no querían.

Sólo quedaban 74 participantes originales, 28 habían muerto por la enfermedad, 100 por complicaciones directamente relacionadas. Por otro lado 40 mujeres habían sido infectadas y 19 niñxs nacieron con la enfermedad. La NAACP (Asociación Nacional de Personas Negras) llevó a EE. UU a juicio, pero se llegó a un acuerdo: Nueve millones de dólares para los supervivientes y sanidad gratuita de por vida (esta vez de la buena…).

Es importante decir que nadie fue llevado a prisión por este monstruoso experimento, nadie huyó como en el caso de Mengele. Se optó por el silencio.

El 16 de mayo de 1997, Bill Clinton pidió perdón nacional a los 8 supervivientes en aquel entonces. Quizás como cortina de humo para tapar sus otras políticas racistas impulsadas por cierto por Joe Biden en el 1994. Un perdón que no se extendió a Guatemala pues aún faltaban años para descubrir que EE. UU hizo exactamente lo mismo en los años 40, pero esta vez también con niñxs y con personas con disfunción mental.

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Acto de perdón del expresidente Clinton con uno de los supervivientes del experimento Tuskegee

En 2010, Barack Obama se vio obligado a pedir perdón por los experimentos con humanos en Guatemala. Quizás podemos entender ahora por qué la reticencia por parte de los afroamericanos a confiar en las instituciones federales…

Cabe destacar que las personas negras que se prestaron a este tipo de prácticas trabajaban en el sector sanitario. En aquel entonces varios médicos negrxs aceptaban la lógica racista imperante. Normalizaban que su posición era estar por debajo de los blancos tanto a nivel social como intelectual. Interiorizaron el racismo sistémico, y pese a tener un cometido laboral que implica la beneficencia del enfermo, para ellos el blanco era el amo. Amo=autoridad.

 Nota: Este articulo no pretende desacreditar a la medicina. Los avances dentro de la ética en la medicina son necesarios y la inmensa mayoría de profesionales en el sector sanitario se basan en 4 principios:

1)No maleficencia: primum non nocere (primero no hagas daño)

2)Beneficencia

3)Autonomía

4)Justicia


Camina en busca de tu brillo…
Aprende de quién tiene luz…
Camina sin pisar a quien merece caminar
Recuerda tus amaneceres también anochecerán…
— Bronny