De Negrx a Negrx: Basha Changuerra
Entrevista por: Vanessa Cadena García
Basha es una de esas tantas mujeres guerreras de la comunidad con la que hablas y se te pega ese ímpetu, esa fuerza y ese coraje. Esas cualidades que una lideresa de la política debe tener. Ella por supuesto las tiene y por eso era imperante hablar con ella. Además es la candidata a las próximas elecciones municipales por la alcaldía de Barcelona del próximo 28 de mayo, y ojalá tenga posibilidad de seguir culminando su compromiso por el cambio y la justicia social al más alto nivel.
Para empezar, dibújanos tu camino en la vida estudiantil y/o laboral para poder conocerte mejor.
Empecé a estudiar Diseño de Interiores, ya que trabajé muchos años en una tienda de decoración de interiorismo en Barcelona,Por ahí se me dio muy bien todo el tema de la coordinación de equipos. Además, a través de la militancia y del activismo, vi que la cuestión de la integración social también me llamaba mucho la atención. Lo que más me interesaba era entender cómo funcionan las mentes de les profesionales que nos atienden y que ejercen de forma inconsciente -pero ejercen- esa discriminación institucional a través de jerarquías en los imaginarios colectivos de lo que las personas son, no son, lo que pueden ser, … y toda esta formulación del sujeto de derecho al final -que es el que tiene un impacto directo en nuestras condiciones materiales de vida-.
Me ha dado curiosidad la Sociología por lo mismo. Muchísimas veces he utilizado esos temarios para entender esa lógica que luego me sirve a la hora de desarrollar mi trabajo institucional, para legislar y para marcar la norma. Las leyes también las desarrollan personas, las aplican personas quiere decir que sí, que es estructural, pero al final son las personas las que con sus criterios y sus sesgos aplican los marcos normativos en cada ocasión. Entonces, entender bien cómo una persona decide ejercer un criterio u otro es básico a la hora de luchar contra las discriminaciones y las opresiones que afectan a nuestras comunidades.
Trabajaste en la concejalía de Moià, ¿cómo fue esa etapa de trabajar para la gente de tu pueblo y por qué lo cambiaste por estar en el Parlamento?
Desde el activismo de militancia en los ámbitos de los derechos sociales, las desigualdades, las discriminaciones y por supuesto más concretamente desde el feminismo y el antirracismo, estaba activando a nivel vecinal. Cuando estuve viviendo en Moià la dinámica era buscar gente con intereses afines en un área determinada. En este caso fue a través del feminismo y la asociación de mujeres que estaba allí en Moià -que de alguna manera estaba de capa caída-- y algunas mujeres más jóvenes cogimos el testigo. Hacíamos clases de alfabetización para mujeres recién llegadas, nos organizamos para poder hacer ese intercambio y cuidar a sus hijos, etc. A partir de ahí varias de esas personas activas también lo estaban en la Asamblea Local de la CUP y la cosa fue escalando un poco más a transformar otros ámbitos del pueblo.
En ese periodo llegaron las elecciones municipales de 2019 y desde la candidatura de Unidad Popular de allí del pueblo, tuvimos que decidir si nos presentábamos o no. Me pidieron que liderase la candidatura a las municipales por esa incidencia a la hora de construir espacios colectivos de trabajo y decidimos presentarnos. Entramos en el ayuntamiento con dos concejales. Estuve 2 años haciendo de concejala allí en el Ayuntamiento y a nivel de Parlament. Mis compañeras me propusieron desde varios núcleos, yo estaba en la territorial de Cataluña central y varias asambleas de varios pueblos propusieron mi nombre para ir a las listas del Parlament también. Como no tenemos muchísimos espacios para hacer una incidencia de ese tipo, pues tuve que asumir esa responsabilidad porque como militante que soy lo que sea más interesante y oportuno para el movimiento y las organizaciones dónde estoy, será la opción que tome. El cómo también es muy importante, no solamente el qué, porque estamos como muy acostumbradas a que muchas veces haya personas afro en espacios de representación política, pero que luego la incidencia se acabe diluyendo entre otras prioridades del partido. La CUP precisamente es un espacio que no es así, por no ser un partido político al uso. Y eso también fue una parte importante de la decisión, aunque no quiere decir que no tenga que estar alerta.
Actualmente eres una de las candidatas que puede llegar con la CUP al Ayuntamiento de Barcelona, ¿cuáles son tus compromisos o tus objetivos a nivel de organización política y personal?
A nivel de organización política dos cosas importantes: una es recuperar la presencia de la CUP en la Alcaldía de Barcelona, porque lo que hemos visto en esta última legislatura es cómo esta alianza entre Barcelona en Comú Podem y el Partido Socialista con Esquerra Republicana, ha significado un viraje a la derecha de las políticas del Ayuntamiento. Como por ejemplo, cuando se nos expulsa del espacio público por hacer lo que el PSC llama “una sobreutilización del espacio público" porque estamos todo el día en la calle, utilizamos la calle, hacemos ruido en la calle y eso no agrada al modelo de vida occidental. Entonces es cuando se criminaliza la inmigración, cuando se atribuye ese aumento de delitos a la presencia de más inmigración. Al final todas esas decisiones políticas que ha tomado el Consistorio durante este último tiempo repercuten directamente sobre las personas que están más precarizadas que básicamente son las personas de nuestras comunidades migrantes; al mismo tiempo que también afecta al resto de población de la ciudad, que tampoco no es ni de lejos clase media.
También a nivel de organización uno de mis objetivos es que se entienda esa construcción de la Unidad Popular, que no es otra cosa que la coordinación y la unidad estratégica entre diferentes sujetos explotados por este sistema capitalista. Mucha gente cuando habla de clase obrera, se olvida de cómo se construye esa clase a nivel de género, racialización, estatus migratorio; y entonces de alguna manera los elementos que provocan esa clase obrera, trabajadora precarizada se pasan a un segundo plano. En mi trabajo de incidencia trato de que se entienda la raza como ese elemento a través del cual muchas personas vivimos la clase. No es un añadido, no es simplemente una discriminación porque la gente tiene prejuicios y todo esto. La raza es un componente económico básico de este sistema y como organización anticapitalista tenemos que analizarlo y atacar. Aquí los movimientos sociales tienen muy clara esa represión del movimiento por la vivienda que hace la policía cuando viene a evitar que se frene un desalojo, eso se entiende como represión política. Pues las perfilaciones étnicas también lo son y no es una represión política de acción, sino de la identidad, no es una represión por hacer, sino por ser. A nivel personal, lo que quiero es que este camino durante estas municipales sirva para que tanto las organizaciones implicadas en la candidatura como las personas que dan apoyo, los movimientos implicados y atravesados generen ese frente común que luche coordinadamente contra el sistema. El camino tiene que servir para fortalecer las alianzas a nivel de organizaciones sociales porque esto es una carrera de fondo.
Como bien sabemos, las propuestas que tú has hecho no son algo nuevo sino que se vienen trabajando, pero ¿de alguna manera tú sientes que tienes esa responsabilidad como mujer negra de hablar de estos temas o poner más hincapié en ciertos aspectos que tienen que ver con la comunidad?
No es que tenga la responsabilidad de tener que hablar de estos temas sino que tengo la responsabilidad -pero porque la he adquirido yo misma- de cambiar el enfoque y profundizarlo. Cuando hablas de vulneración de derechos humanos, de solidaridad, de igualdad, es fácil. El problema viene cuando empiezo con mi crítica a la izquierda blanca incluso dentro de la organización, señalando cómo se reproduce el racismo desde un pensamiento y desde las organizaciones de izquierda. Porque esa es la parte que más cuesta. Cuando tú les dices que el enfoque de la solidaridad es racista porque perpetúa y apuntala esa jerarquía en el que la blanquitud siempre provee de ayuda, recursos, medios, etc., al resto del mundo y ellos son buenas personas por hacer esto; cuando les hablas de que muchas veces la solidaridad se ejerce desde la necesidad que uno tiene de ayudar y no de la necesidad que tiene el otro de ser ayudado, pues estás ahí removiendo unos cimientos que están muy arraigados sobre todo en Cataluña donde hay una tradición antifascista muy arraigada por la propia historia del territorio. Cuando realmente pones de manifiesto las acciones con poca profundidad política que se dan en este ámbito antirracista, pero sí se hace en el ámbito anticapitalista con cuestiones como el cambio climático, el modelo económico, de turismo, en la sanidad, la educación, etc., ahí hay más reticencias. Obviamente salta esta fragilidad blanca que enseguida se preocupa mucho más de que no le llamen racista que no en dejar de perpetuar esas dinámicas. Lo que yo siento como responsabilidad adquirida con la organización en este sentido, es llevar ese análisis a lo profundo y llevarlo al mismo nivel que otros ejes de trabajo. Sigue siendo un reto y seguimos haciendo esa incidencia, aunque la organización ha progresado mucho a nivel de discurso.
¿Piensas que los jóvenes están ahora más implicados en política que antes? ¿Has visto un cambio?
Creo que hay un cambio en cómo se muestra esa activación política. Es muy importante recordar que la política no es sólo política institucional. Todo es político. Desde las fresas que compramos hasta la camiseta que nos ponemos, pero quiero decir con esto que a nivel de conciencia política no sé si hay más o menos conciencia política, pero sí que encuentro diferente desde unos años a esta parte la forma en la que se expresa esa conciencia política, esa crítica política. Incluso se milita de forma diferente. Hay gente que ni siquiera es consciente que está militando políticamente. Hoy en día quizá no hay y en nuestras comunidades incluso, no hay esa costumbre ortodoxa de militancia en cuanto a formar parte de una organización: nos reunimos cada tanto, hacemos estas actividades, salimos a empapelar material repartido por ahí o hacemos charlas… Esto ya no es así sino que la gente quizá por el uso de las redes sociales, por la manera diferente de relacionarse en cuanto a la inmediatez, de los inputs y los feedbacks que necesitamos y que ya estamos acostumbrados a tener como forma de relación social estándar. No son ni documentos a leer ni artículos ni libros etc, sino muchísima más expresión política en el arte, las audiovisuales, a través de la danza…No sé si todo el mundo es consciente de que eso es expresión política, que eso es ciencia política y que eso genera un impacto en nuestras comunidades. Lo que más me gusta de esto es que genera conexiones absolutamente random entre gente o entre colectivos. La gente está interrelacionándose un montón y eso es organización política. Son otras formas de activarnos, de concienciarnos, de hacer esos caminos de afro conciencia en los que todos caminamos.
Otra cosa también es que tenemos que ser muy conscientes de que hay otro enemigo que tenemos en contra. Es el cáncer del individualismo occidental hipercapitalista. Eso se permea en nuestras formas de activarnos y en esa incidencia política en el momento en el que empezamos a expresar lo que sea porque necesitamos sacarlo, pero falta trascender de lo individual a lo colectivo. Un ejemplo muy concreto a nivel de afrofeminismo, ¿cuántos años llevamos y vamos a tener que estar con lo de “mi pelo mi corona”? No trasciende ese momento en el que cada uno y cada una de nosotras hace esa transición con su pelo, toda la implicación emocional, llegas “al final” , te aceptas, y ya está. Y entonces no piensas, ¿de dónde viene el hecho de que todas tengamos que pasar por un proceso así? No entiendes que contra lo que tienes que luchar es contra la generación de esos estereotipos, contra las políticas audiovisuales, para que las que vengan detrás no tengan que estar igual. Ese proceso del paso digamos de lo individual a lo colectivo es lo que te aporta esa conciencia de que lo que estás haciendo es político.
En esta sociedad constantemente se nos ataca con el yo. Se nos inculca esa demonización de la interdependencia. Tú tienes que ser independiente. No necesitas a nadie. Eso es hiper capitalista. Luchar contra eso es extremadamente difícil. Lo primero que tenemos que hacer en todo caso es ser conscientes de que eso es un problema o eso es un ataque. La incidencia política a nivel colectivo o a nivel de comunidad necesita ese elemento irremediablemente.
¿Quizá con esa filosofía decidiste trabajar en otro de los muchos proyectos en los que participas como es la Cooperativa de Afrofremkoop? ¿Qué te aporta personalmente?
Sí, bueno. En el periodo de 2018 a inicios de 2020 estuve como directora de Afroféminas. De alguna manera mi trabajo allí era cómo aunar a la gente, porque era algo que no pasaba antes en ese espacio. Las colaboradoras y los miembros pues no se relacionaban entre sí, no había ningún espacio colectivo. Digamos que en Afrofeminas no fue posible hacer esto porque al final pues derivó en algo súper violento para las mujeres negras y afro que estábamos vinculadas a ese espacio y entonces el equipo de Cataluña decidimos irnos. Fue una de las decisiones más dolorosas que tuve que tomar en mi vida, pero bueno, había que protegerse a una misma y a las compañeras.
El equipo de Cataluña formamos Afrofemkoop precisamente para que fuese ese espacio en el que sí pudiésemos tirar proyectos adelante, para que cada una se pudiera centrar en lo que es su proyecto y apoyarnos las unas a las otras en cuestiones comunes que siempre van asociadas a todos los proyectos, pero que te quitan muchísimo tiempo creativo y de producción. Desde esa idea de trabajar en colectivo y también pensando en generar modelos de auto organización laboral que realmente respondan a las necesidades y a los tempos de las mujeres y las feminidades negras y afro, porque hay muchas veces que nos vemos obligadas a dar un 300% en espacios que son mayormente blancos, en los que tienes que estar constantemente demostrando, haciendo y de alguna manera teniendo que someterte a esa exigencia en el mundo laboral; quisimos generar un modelo pensado desde Nosotras para nosotras. Burocráticamente ha tenido un montón de trabas porque es una empresa cooperativa de servicio y no de trabajo. Lo cual quiere decir que lo más importante son las socias que forman parte y las dinámicas que se generan. Es un proyecto ambicioso y el hecho de que sea solamente para personas afro a nivel burocrático y administrativo nos ha hecho pasar, igual que a otras cooperativas y asociaciones afroinmigrantes, por escrutinios inusuales por parte de la Administración Pública. Precisamente porque no somos una asociación cultural que a la Administración le pueda parecer inofensiva, a la que tú pones claramente en un papel que tu objetivo es el empoderamiento social, político, económico y cultural de las personas negro africanas y afrodescendientes; pues el registro jurídico se lo mira un poco, genera cositas. Pero bueno, hicimos la apuesta y ahí estamos. Es un espacio súper bonito en el que el cuidado es la base de las relaciones laborales. Y el hacerlo nosotras para nosotras, es una ventaja a la hora de ver ciertos detalles y ciertas cosas que en el mundo laboral estándar en el resto del mundo no se dan.
Otro de los proyectos en los que también estás sumergida es en la CNAAE, en Cataluña, cuya creación además ha sido a nivel nacional, de alguna manera se ha descentralizado todo lo que se venía haciendo...Entonces, ¿hacia dónde va Basha en este proyecto con CNAAE y concretamente en Cataluña?
Básicamente lo que hacemos es estar al pie del cañón. Una de las cosas que a mí más me gustan de CNAAE es que cada una de las secciones territoriales actúa como su contexto territorial necesita. La acción que llevan a cabo en Euskadi no se parece o no tiene por qué parecerse a lo que hacen en Baleares o lo que hacemos en Cataluña, Murcia, Canarias o en Lepe. Concretamente en Cataluña lo que hacemos es estar en contacto con las personas de la comunidad que viven en asentamientos, en casas ocupadas, que necesitan atención médica porque no tienen la tarjeta sanitaria o necesitan ayuda para sus trámites administrativos. Hay otras secciones territoriales de CNAAE que hacen más charlas o incidencia a otras organizaciones, sensibilización en espacios sociales, culturales o incluso institucionales. Nosotros esa parte no, porque estamos un poco peleadas con la administración. En Cataluña, sobre todo en Barcelona, hay muchísimo tokenismo por parte de las instituciones públicas y con la comunidad afro concretamente. La relación siempre ha sido problemática con las instituciones porque de alguna manera a nosotros no nos vale con medidas de maquillaje, no nos sirve una campaña de Barcelona antirracista si la Guardia Urbana sigue persiguiendo a manteros. Estamos trabajando en poder tener un espacio físico ahora en colaboración con la Asociación de Vecinos de La Florida en Hospitalet, donde hay muchísimas personas de nuestra comunidad. Participamos en el podcast que tienen en el barrio hablando sobre temas que interesan a nuestra comunidad. De alguna manera el trasfondo de todo en CNAAE es que cuando nosotros decimos comunidad negro africana y afrodescendiente, estamos queriendo limar la brecha que hay entre africanos migrantes y afrodescendientes nacidos aquí. Ese tema hay que abordarlo. El hecho de que nosotros como afrodescendientes nacidos aquí en la diáspora tenemos ese entendimiento cultural de las herencias africanas, comprendemos esa cosmovisión, pero también conocemos cómo funciona aquí el sistema, sabemos movernos, conocemos el idioma, los códigos culturales y optemos por poner eso al servicio de las necesidades urgentes materiales de las personas africanas migrantes. Lo que se intenta es tener esa conversación también de que las personas afro nacidas en el Estado no estamos buscando integración, no estamos buscando aceptación ni ser reconocidos como españoles negros. En CNAAEcat esa no es la línea. La línea es que estamos aquí por imperativo histórico, porque hay una historia colonial que nos ha colocado aquí. Nosotros nos hemos visto expulsados de nuestros territorios de origen a través de los procesos migratorios de nuestros padres o los nuestros propios y por lo tanto, vamos a reclamar una ciudadanía plena que es lo que nos pertenece. No porque queramos integrarnos sino porque es la reparación que toca.
Bueno, y de todo este trabajo, todos estos proyectos en los que estás, al final la pregunta es ¿tienes tiempo libre? ¿Qué hace Basha cuando no está metida en todos estos proyectos?
Pues leer. Lo que pasa es que no sé si eso es tiempo libre. Duermo poco, trabajo mucho y aparte, tengo dos peques. Normalmente lo que intento hacer es dormir, descansar, intentar no pensar y a lo poco que puedo, intento escaparme. Hago un montón de cosas que son ocio pero que en realidad no lo son, porque si yo quiero ir a ver una obra de teatro voy a ir al espacio de Periferias Cimarronas. Al final la línea es muy fina entre el trabajo, activismo, militancia y tiempo libre. Intento buscar huecos para no tener el cerebro todo el rato ahí en marcha, pero la verdad es que trabajo 24/7 y 365 días. Me gusta mucho mi trabajo y la verdad es que considero que estos años de militancia tanto en la CUP como en la cooperativa, son unos años privilegiados en los que puedo dar el 100% o el 200% de mí. En otros momentos de mi vida he estado ligada a un trabajo que solamente servía para pagar las facturas. Por eso también creamos la cooperativa, para no tener que recurrir a este tipo de trabajos explotadores.
Colaboración con Melancolie Magazine